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Vida CotidianaJeroglíficos y escrituras egipcias (hierático, demótico, copto)

Amanuense: El Rincón del Jeroglífico Egipcio

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Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. México. Junio de 1996

 

Documento elaborado por:

 

Luis Enrique Domínguez Velasco

(luisenrique.dominguez@correoweb.com)

Ricardo Sotelo Mora

(thannyax@mpsnet.com.mx)

 

 

 

NOTA: Facilitamos este trabajo para ayudar a ahondar en la investigación, no para entregar al profesor una copia de este. Gracias.

 

(El documento original contenía imágenes que fueron suprimidas por razones de espacio)

 

AGRICULTURA

 

*Características del Nilo

*El vastísimo desierto de Egipto

*El Nilo y la agricultura

*Vida económica

 

 

FORMAS DE VIDA

 

*El paso a la alta cultura en Egipto

*Navegando por el Nilo

*Hogares cómodos

*Los egipcios en su hogar

*Comidas y bebidas

*Compras y ventas

*El adorno del cuerpo

*Amor y erotismo en Egipto

 

 

CONCLUSION

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

Agricultura

Características del Nilo

La otra gran influencia en la historia de Egipto fue el río Nilo, sin el Nilo Egipto sería un desierto sin vida. El Nilo riega toda la extensión del país (unos 1.000 Km. de norte a sur). El río es la principal vía de comunicación de Egipto y la única fuente de agua efectiva, puesto que en cualquier parte del país el índice pluviométrico anual es bajo. Desde el lago Victoria, en el corazón de áfrica, donde tiene su origen, el Nilo penetra, por el limite sur de Egipto, en un largo y estrecho valle.

 

Hasta que se concluyó la presa de Asuán, en 1971, el río ha crecido por la lluvia y la nieve derretida de las remotas montañas de Abisinia. Todos los meses de agosto inundaba gran parte de este valle y extendía una capa de cieno hasta el final del desierto. Cuando las aguas se retiraban, y durante los pasados 7.000 años o más, los labradores egipcios sembraron en el légamo que aquellas dejaban. Todos los años maduraba la cosecha bajo el sol egipcio. En esa verde faja a lo largo del tramo final del Nilo fue donde surgió y floreció la civilización egipcia.

 

El vastísimo desierto de Egipto

Más allá del nivel alcanzado por la marea alta, el valle del Nilo es árido desierto , la transición de las ricas tierras de cultivo al páramo estéril es repentina. Los antiguos egipcios llamaron a la faja fértil la Tierra Negra y al desierto la Tierra Roja. La tierra negra contenía los campos y las viviendas de sus moradores; más allá, el bajo desierto era el dominio de la muerte, dónde se edificaban las grandes pirámides y los templos funerarios de los faraones, y donde los nobles hacían excavar sus tumbas. También ahí se hallaban los más modestos cementerios, donde innumerable generaciones de egipcios humildes fueron enterrados.

 

El desierto bajo se extiende hasta los riscos que señalan el limite del valle del Nilo, en algunos lugares a unos pocos cientos de metros de la fértil Tierra Negra, en otros a la distancia aproximada de los 16 kilómetros. Estos riscos constituían los confines del antiguo mundo egipcio. Por encima de ellos, el alto desierto se extiende a lo lejos: por el este, 160 kilómetros hasta el Mar Rojo; por el oeste, cerca de 5.000 kilómetros, a través del impracticable Sahara, hasta la costa occidental de áfrica.

 

El Nilo y la agricultura

El sistema económico de los egipcios descansaba fundamentalmente en la agricultura. El Nilo, que es el río más largo del mundo (6,671 Km. de longitud), fue el factor natural decisivo en el nacimiento y desarrollo de la cultura egipcia.

 

Los primeros grupos que se establecieron en las orillas del río aprovecharon la corriente que, en su crecida anual dejaba tras de sí un limo fecundante.

 

Auxiliándose con eficiente sistema de riego consistente en el trazado de canales, los egipcios explotaron al máximo los recursos que el Nilo les brindaba, llegando así a desarrollar una rica agricultura. El conjunto de obras hidráulicas que constituía su sistema de irrigación debía mantenerse en optimas condiciones; de lo contrario, una crecida escasa del río o un riego insuficiente significaba para ellos un año de hambre.

 

El Nilo representaba también un factor de riqueza en la medida en que era la vía de comunicación por la que fluía una intensa actividad comercial. Los excedentes de la producción de trigo, cebada, hortalizas, frutas y leguminosas, básicamente, eran destinados al tráfico comercial con los pueblos vecinos. Los egipcios comerciaban también con tejidos de lino y objetos de alfarería fina. A cambio, ellos obtenían oro, marfil, madera y especias.

 

Sin el Nilo y sus crecidas regulares, Egipto se confundiría con los desiertos que lo rodea. Pero el estrecho corredor que las aguas han trazado en su cuenca forma un largo listón de verdura que antes de llegar al mediterráneo se amplía en V constituye el delta, antiguo golfo colmado por los aluviones del río.

 

Egipto es un "don del Nilo", según Herodoto, en junio se efectúa la bienhechora crecida, después de las lluvias ecuatoriales. Por está época el viento del norte ha soplado sobre el país de dos meses antes y el campo es sólo un árido desierto. El río no cesa de crecer hasta septiembre, y cuando la crecida alcanza su máximo (el caudal del río es entonces de 13, 000 m3 de agua por segundo), todo el valle está inundado; después, el río se retira, dejando en los campos un limo fertilizante, y entra nuevamente en su lecho en diciembre. Ahora nos explicamos porque los antiguos egipcios, ignorantes de la geografía, dedicasen al río divino y misterioso himnos de inmensa gratitud.

 

Los primeros egipcios fueron cazadores y pastores nómadas. Unos 5.000 a. C. comenzaron a descender de los desiertos hacia el interior del valle del Nilo. Aprendieron a sembrar en el légamo resultante de la inundación del verano, criaban ovejas, cabras y otras clases de ganado, así como perros de caza, y asnos, que utilizaban como animales de carga. Estos egipcios prehistóricos, que aprendieron a cultivar y a tejer el lino, a modelar vasijas y construir cobijos de barro y cañas, empezaron a vivir en comunidades agrícolas fijas y ordenadas.

 

El Nilo, aunque generoso y por lo general regulable, a veces crece demasiado, en cuyo caso se producen calamitosas inundaciones, mientras que otras no crece lo suficiente, y entonces aparece el hambre. Como consecuencia, los primeros agricultores aprendieron a asociarse y comenzaron a levantar diques para regular las aguas, y almacenar el grano para los años de escasez, en los que las cosechas fallaban.

 

Con el paso del tiempo, los pueblos se convirtieron en ciudades y las comarcas en reinos. La vida se hizo más compleja, y los oficios y técnicas, más especializados. También se enriqueció la vida cuando los hombres aprendieron a trabajar el cobre y la piedra, a pintar vasijas y a tejer cestos, a fabricar cerveza y a sembrar la vid. Fue introducida asimismo la rueda de alfarero, probablemente originaria del Asia occidental.

 

Pronto seguiría la invención de los signos de escritura. Aunque la idea de escribir pudiera proceder de Mesopotamia, el sistema jeroglífico, que utiliza signos pictóricos para representar ideas y sonidos, es completamente diferente de la escritura cuneiforme de los sumerios y se desarrolló en suelo egipcio. Los primeros ejemplos de escritura jeroglífica no eran como en Sumeria, textos de carácter económico, sino anotaciones históricas. Aunque imperfectamente comprendidos, dichos textos nos refieren algo sobre las actividades y hazañas de los primeros faraones. Hacia el año 3.400 a. C. existían dos reinos principales en Egipto, uno de ellos gobernados desde la región del delta del Nilo, llamado Bajo Egipto, y el otro desde Nekhen, ciudad situada a 75 kilómetros al sur de Luxor, en el Alto Egipto. Estos dos reinos coexistieron hasta que, hacia 3.200 a. C., un rey de Nekhen a quien la tradición llama Menes, conquistó el norte y se convirtió en el primer rey del Alto y Bajo Egipto, título que se conservó a través de la historia del antiguo Egipto.

 

Menes fue el primero de un largo linaje de faraones cuyos nombres pasaron a los archivos del templo. "Faraón" es una palabra bíblica de la lengua egipcia que significa "gran casa" o "palacio" y aunque fue empleada en los últimos tiempos para referirse al rey nunca fue su título adecuado.

 

A las inundaciones del Nilo deben los egipcios no solo la fertilidad de sus valles, sino también el haber podido establecer uno de los más exactos calendarios de la antigüedad. Originalmente, el año agrícola estaba dividido en tres estaciones: Akhet (inundación), durante la cual el valle estaba cubierto por las aguas; Peret (invierno), en la que se procedía a la siembra y se esperaba la germinación y la maduración de las plantas; y Shemu (verano), durante el cual se producía la cosecha seguida de las operaciones de almacenaje.

 

El inicio del año se hizo corresponder durante mucho tiempo con el comienzo de la inundación hasta que los egipcios observaron que la elevación de las aguas coincidía con la aparición de la estrella Sothis (nuestra Sirio). Desde entonces, interpretando el hecho como la causa de la crecida del Nilo, consideraron la aparición de Sothis, con el comienzo oficial del año. Este fue dividido en tres periodos de cuatro meses de treinta días cada uno a los cuales se añadieron cinco días intercalares o epagómenos, obteniendo así un total de 365 días.

 

Este calendario era 6 horas más corto que el año real, así que cada cuatro años el año oficial se situaba con un día de antelación sobre al año astronómico. Los egipcios se dieron cuenta de ello, aunque no le pusieron remedio.

 

Vida económica

La economía egipcia era básicamente agrícola. Además de trigo, cebada y mijo, cosechaban frutas, legumbres, lino y algodón. La tierra era del faraón, es decir, del Estado, pero desde épocas remotas hasta los tiempos del imperio las cedió en usufructo a particulares.

 

El establecimiento del imperio trajo no sólo profundos cambios sociales, sino también económicos. Las tierras cultivables fueron explotadas directamente por el faraón mediante el trabajo de siervo y esclavos. Hacia estas fechas, la clase media casi desapareció cuando los artesanos fueron obligados a trabajar en las grandes construcciones del Estado, y el comercio se convirtió en monopolio estatal.

 

Ya hacia el 3000 a.C., existía un pequeño comercio con base en el trueque. Después del 2000 a.C., aparecieron verdaderas fábricas, en las que 20 o más trabajadores manufacturaban, bajo un mismo techo, cerámica, vidrio o textiles. Está producción y los excedentes de la cosecha de trigo permitieron desarrollar un comercio activo con Creta, Fenicia, Palestina, Siria, Nubia y más tarde, Arabia. Los egipcios compraban oro, plata, lapizlázuli, turquesa, especias, pero sobre todo madera, escasa en Egipto. El comercio se hacía en caravanas a través del desierto, en barcos de papiro, a lo largo del Nilo, o por las costas del Mediterráneo oriental. Para este comercio fue necesario establecer una "moneda". Al principio los precios se fijaron en cabezas de ganado. Más tarde, anillos de oro o cobre se emplearon como dinero. La riqueza y el volumen del comercio pueden apreciarse por el hecho de que se tuvieron que idear técnicas de contabilidad y recurrir al uso de recibos.

 

Formas de vida

 

El paso a la alta cultura en Egipto

En distintos lugares a lo largo del Nilo comenzaron a acentuarse los grandes cambios tecnológicos, a la par que las comunidades aumentaban ininterrumpidamente su población. Entre los sitios excavados en la región del delta donde se muestra tal tipo de transformaciones culturales, pueden mencionarse los de Buto y Busiris y en la región central del Alto Egipto, los que se conocerían más tarde como Hierakonpolis y Tanis. Durante la etapa designada por los arqueólogos como horizonte cultural de Nagada, algunos siglos antes del III milenio a.C., los logros alcanzados se asemejan en mucho a los que existían paralelamente en Erech y Ur de Mesopotamia. El hecho de que Egipto, aparte del fértil valle del Nilo, se encuentra rodeado de grandes desiertos, favoreció más tempranamente la interrelación de las varias comunidades que existían en las riberas del río. Se formaron así primeramente numerosos señoríos, los designados con el nombre de nomos. La necesidad de colaborar en tareas de interés común, como en el caso de las obras para controlar las crecientes del Nilo, así como los inevitables contactos comerciales y religiosos, habrían de traer consigo, mucho antes que en Mesopotamia, los procesos de unificación.

 

En tiempos inmediatamente anteriores a 3000 a. C. poco faltaba a los grandes núcleos de población para convertirse en auténticas ciudades. Es imposible determinar un momento preciso del nacimiento de la civilización. Paulatinamente ella había comenzado a existir con la nueva organización social, económica, política y religiosa con el desarrollo tecnológico, con los grandes templos, palacios, mercados, escuelas, cuarteles, y con las creaciones de arte cada vez más extraordinario.

 

Navegando por el Nilo

El Nilo era la vía principal de comunicación en Egipto. Las primeras embarcaciones se hicieron de papiro, pero pronto los astilleros de las orillas del Nilo construyeron barcos de madera. Los relieves de los templos nos muestran otros grandes barcos que transportaban enormes columnas y obeliscos de granito desde las canteras de Asuán a lugares que distaban centenares de kilómetros. Desde barcos mercantes pequeños para transporte de grano hasta barcos oficiales para los faraones y altos funcionarios eran bautizados por los egipcios igual que como lo hacemos hoy.

 

Hogares cómodos

La casa de un egipcio acomodado era de ladrillo, revocada de blanco, con uno o dos almacenes. Contraventanas y persianas la protegían de la luz del sol, y el salón interior se iluminaba por una serie de claraboyas. Las paredes estaban, por o general, pintadas con dibujos de colores brillantes. El mobiliario era sencillo pero bien diseñado, y cómodo incluso a niveles modernos: los taburetes y los sofás tenían cojines de plumas de ánade, y las sillas disponían de respaldo. Las camas estaban fabricadas de mimbre o de madera y, en las noches frescas, no se dormía sobre almohadas, sino apoyados en una cabecera de madera hecha a la medida. Mesas, cajones y cajas tenían por lo general adornos taraceados. Cada familia amasaba su propio pan y hacía su propia cerveza.

 

Aunque el modo de vida egipcio se distinguía de las civilizaciones contemporáneas de Asia occidental Egipto nunca estuvo aislado. Hubo un constante comercio con babilonios y asirios, con fenicios, hititas e israelitas y tuvo particularmente un estrecho contacto con el mundo Egeo. Enviados diplomáticos de Creta y Micenas llevaron presentes a la corte egipcia desde 1450 a.C. aproximadamente, y, cuando los griegos micénicos se establecieron en Chipre y en el litoral occidental de

 

Levante, llegaron a estar profundamente influidos por el mundo oriental en el cual se reconocían. Cuando, por primera vez, llegaron a Egipto visitantes griegos se sorprendieron de la antigua civilización que en él encontraron, de las ciudades con sus calles concurridas, de los templos brillantemente decorados y de los festejos y su pompa.

 

Los egipcios en su hogar

Las casas en el antiguo Egipto se construían de adobes (ladrillos cosidos al sol) hechos de barro del Nilo. El barro se recogía en cubos de cuero y se llevaba a pie de obra. Allí, los obreros le añadían paja y guijarros para reforzarle, y llenaban con esa mezcla moldes de madera formando los adobes. Luego, los desmoldaban y los dejaban secar al sol. Cuando se construía una casa los muros se revestían de yeso, y el interior se solía pintar con figuras geométricas, escenas o paisajes. El interior de las viviendas era fresco, ya que las ventanas, pequeñas, dejaban entrar poco sol. Las familias pudientes poseían casas espaciosas. Después del vestíbulo, en ellas había los dormitorios y las estancias privadas, y por una escalera se subía al tejado plano (terrado). La cocina estaba a cierta distancia de los aposentos para evitar los olores. Los egipcios daban fiestas en sus casas, y en ellas se divertían tanto los niños como los mayores.

 

En el jardín de una familia acomodada, a menudo había un estanque. Solía tener lotos y peces, y el agua se renovaba con frecuencia para mantenerla fresca. En los alrededores de los estanques se plantaban arbustos y árboles como sicomoros, palmeras datileras y acacias.

 

Comidas y bebidas

El fértil Limo depositado por la crecida anual del Nilo, permitía a los agricultores cultivar cebada y trigo, la base de la dieta egipcia. Almacenado en graneros, ese grano se transformaba en pan o cerveza. La llanura inundada también se prestaba al cultivo de hortalizas como cebollas, ajos, puerros, alubias, lentejas y lechugas. También se daban las calabazas, dátiles e higos, los pepinos, los melones y las sandías, pero no las naranjas y los limones. Los panaderos egipcios hacían tortas de todos los tamaños, endulzadas con dátiles o con miel, que se cosechaba de unas colmenas cónicas de cerámica. Las uvas se cosechaban en el Delta del Nilo o en los oasis del desierto occidental se vendimiaban para hacer vino o desecarlas para consumirlas como pasas.

 

Las personas menos afortunadas seguramente comían menos pescado. En los banquetes, la oferta era de lo más variado: desde patos, ocas y bueyes, hasta órices y gacelas. Y así mismo cerdos, corderos y cabras, estofados o asados.

 

Los egipcios cultivaban sus viñas sobre todo el norte; la uva, tinta y blanca, producía el mosto que por fermentación daba vino.

 

Los escribas y los nobles podían disfrutar de gran variedad de carnes, aves y fruta. Este rico y colorido despliegue de alimentos y bebidas formaban parte del banquete de una fiesta de baica. Entre los platos había tortas, cestos de higo y racimos de uvas, la cabeza de un ternero, el corazón y la pata delantera de un buey, una oca pelada y una ristra de cebollas.

 

Compras y ventas

Egipto era el país más rico del mundo antiguo. Parte del oro de las minas del desierto oriental y de Nubia se enviaban al extranjero en forma de regalo a los gobernantes de otros países, como el rey de Babilonia. A cambio, el faraón le enviaba tanto princesas como productos manufacturados. Aunque en algunas épocas los faraones dominaron largos tramos del Nilo más allá de la frontera meridional e Asuán, los productos de Africa ecuatorial se obtenían mediante el comercio con los príncipes de Nubia, la comarca al sur de la primera catarata del Nilo. Un lugar importante de intercambios era Kerma, cerca de la tercera catarata. De ahí traían varias mercancías, como pieles de pantera, galgos, colas de jirafa, colmillos de elefante y animales como mandriles y leones para los templos o el palacio.

 

El trueque era la forma común de adquirir mercancías. Se podía cambiar un par de sandalias por un bastón, o una prenda de vestir por alimento.

 

El adorno del cuerpo

Los egipcios amaban la belleza y la elegancia. Muchos de sus nombres propios se basan en la palabra nefer, que significa "belleza": por ejemplo, Nefret, Nefrtiti, Nefertari. La diosa asociada al adorno era "Hator la Dorada" contemplada como ideal de la belleza en la poesía amatoria de aquel tiempo. Los egipcios, hombres y mujeres, usaban aceites para los ojos, que se hacían con minerales molidos en finas paletas de pizarra. Empleaban mucho tiempo en adornarse con cosméticos, pelucas, guirnaldas de flores y telas finas. Se han conservado muchos objetos como peines, espejos y recipientes de cosmética, que demuestran la gran importancia que concedían a su aspecto personal. "Pon mirra sobre tu cabeza y vístete con hermosos vestidos" dice una canción egipcia.

 

El mineral molido se mezclaba con agua y se guardaba en tubos. Para sacar la mezcla se utilizaban paletas y con estas mismas se aplicaban. Las cortesanas llevaban sujetas sobre sus pelucas unas moñas con grasa animal perfumada, que a veces tenía forma de flores de loto.

 

Los cortesanos utilizaban espejos de bronce o cobre. Los egipcios obtenían diversos pigmentos para pintarse los párpados. De la malaquita, mineral de cobre, sacaban una pintura verde que simbolizaba la fertilidad. El mineral de plomo llamado galeana daba una pintura para los ojos negruzca (hoy llamada "kohol"). Para pintarse las mejillas y los labios se utilizaba almagre (óxido de hierro) que abundaba por todo Egipto. Para la aplicación de los pigmentos en la cara seguramente los mezclaban con grasa animal.

 

Amor y erotismo en Egipto

Ramsés II contrataba espías que seguían la pista de las muchacha más bellas de Egipto, las cubrían de oro y piedras preciosas, y las invitaban a participar en una fiesta tan íntima que solo tenía un espectador y protagonista: Ramsés el Grande.

 

El faraón se sentaba medio desnudo, solo cubierto por un taparrabos, en el trono de oro del salón palaciego. Detrás se arrodillaban dos mujeres púberes, sin otra vestimenta que un cinturón del que colgaban finas tiras de cuero. A una señal del rey, comenzaba el espectáculo: una orgía al estilo Federico Dfellini, loca, obscena y perversa. Diríase increíble si no fuera por el papiro de Turín 50.001 que lo certifica con pelos y señales.

 

A los sones de música estridente entraba en el salón una muchacha. Tendida sobre el suelo, se despojaba de su levísimo vestido plisado, abría sus muslos y dejaba que el faraón contemplase sus encantos que debían aguardarle. Pero aquel strip-tease no excitaba demasiado a Ramsés. Al fin y al cabo, la misma ceremonia se repetía cada semana, para presentar a las nuevas candidatas al harén.

 

El plato fuerte venía después, cuando irrumpían en el salón varios carros repletos de muchachas desnudas. Unas iban atadas otras de pie o acurrucadas. Todas competían en la ejecución de refinadas posturas coitales e invitaban al agasajado a perder su compostura real, lo que sucedía con poca frecuencia. Con gritos salvajes, el faraón se lanzaba sobre las muchachas, quienes se ofrecían. Preso del éxtasis, Ramsés no tenía más que saltar de un carro a otro, de una muchacha a otra, de un coito a otro.

 

El sexo no era un tabú en Egipto, el papiro Turín demuestra que ya hace 3,000 años se cultivaba la literatura pornográfica. Hombres y mujeres preferían la postura más corriente, pero en círculos más escogidos no se desconocía el sexo en grupo, el coito anal, la autofelación, la felación, la pederastia y la zoofilia. Además los antiguos egipcios se ayudaban de pócimas afrodisíacas secretas y contaban con el auxilio de Bes, Hathor o Seth.

 

En un papiro puede leerse: "Re disfruta al contemplar cómo Hathor se sube el vestido; la mano del dios Atum, que recibe honores de su compañera divina, pone en orden el universo al masturbarlo; Isis y Neftis se ocupan del flácido pene de Osiris..."

 

La mujer egipcia era liberal en el amor y en ningún caso fue un personaje pasivo; el papiro Orbiney, de finales de la XIX dinastía, se describe un acoso sexual por parte de una mujer. La historia la protagonizan dos hermanos. El mayor, Anubis, está casado y mantiene en su casa al pequeño, Bata. Aprovechando la ausencia de su marido, la mujer de Anubis intenta seducir a Bata. Sin embargo, el fiel hermano rechaza la proposición y jura mantener el asunto en silencio. Despechada, la mujer finge ante su marido haber sido forzada por Bata. Anubis jura matar a su hermano. Sólo la intercesión del Dios Reharajte evita, al final, la muerte del más joven, aunque el marido acaba matando a su mujer. Bata retirado al Valle de los Cedros, recibe de regalo de los dioses una mujer de barro. La ambición del faraón por tal dama terminará con la muerte del hermano fiel.

 

Las relaciones entre los hombres y las mujeres en el antiguo Egipto sorprendía a todos sus visitantes, principalmente a Grecia; las mujeres iban al mercado y los hombres estaban en casa; ellas se quedaban de pie mientras ellos se inclinaban para dejar el agua. Las egipcias participaban mucho más activamente en la vida comunal que las mujeres del resto del mundo antiguo.

 

En la tumba de un escriba que vivió durante el reinado de Tutmosis IV (1413-1403 a.C.) se habla por primera vez de las bailarinas desnudas, y desde entonces se proliferaron mucho. El baile se convirtió en un espectáculo acrobático-erótico y a menudo representado en forma muy obscena, según el griego Herodoto. Un motivo decorativo muy frecuente en las tumbas privadas tebanas son danzarinas desnudas dando volteretas hacia atrás.

 

En el Egipto faraónico no se pasaba por el altar, ni se intercambiaban anillos o un si quiero oficial, sencillamente se aprobaba la vida en lo común. En caso de que la experiencia fuera positiva, la pareja firmaba un contrato de matrimonio. No había ningún sacerdote que sancionara o santificara la relación, lo que no deja de ser extraño, cuando la religión impregnaba cada minuto de la vida diaria del Antiguo Egipto. Aparentemente el matrimonio se tomaba como algo secundario, que ni siquiera creían necesaria la asistencia de un funcionario que lo convirtiera en un acto formal. La boda se festejaba, pero no se sellaba; casarse se tomaba como un cuestión privada, un asunto de costumbres.

 

Algunos afirman que los egipcios eran polígamos y sólo los sacerdotes tenían que decidirse por una mujer. En el antiguo Egipto la poligamia o la monogamia era cuestión material, sin ramificaciones jurídicas ni morales. Desde el Imperio Medio se conocen muchos casos de poligamia.

 

Desde la XXII dinastía, ya en el Tercer Período Intermedio (1080-714 a.C.), las mujeres y los hijos contaban con la seguridad de una parte del matrimonio. Si había una segunda mujer, ésta tenía derechos de familia y, por lo tanto, de sucesión, pero siempre después de la primera. Tal legislación obligaba indirectamente a los hombres que quisieran tener varias mujeres a contar con los suficientes recursos para su mantenimiento. Si no era así, lo normal era que la segunda mujer fuera de un nivel social muy bajo, una esclava o una viuda sin herencia.

 

Cuando la pareja decidía separarse, no tenía que hacer ningún papeleo legal, todo se resolvía mediante un acto privado. Podía considerarse motivo de divorcio que la mujer abandonara el hogar, que no pudiera tener hijos, que si aspecto fuera horrible o que el marido deseara casarse con otra mujer. Pero si había divorcio se la aseguraba a la mujer su economía y manutención.

 

Todo parece indicar que a los egipcios les gustaba andar ligeros de ropa, lo que es comprensible debido a que está encajonado en el desierto. Las mujeres usaban unas levísimas camisas de lino que dejaban ver a trasluz los encantos de su portadora, los hombres gustaban de pasear su torso descubierto por las calles. Muchos oficios, tanto masculinos como femeninos, se realizaban desnudos: carniceros, marineros, pescadores, sirvientas, entre otros.

 

Ambos sexos concebían el amor y las relaciones eróticas, sin mojigatería ni falsos pudores. Quizá residía allí la clave de su felicidad. Porque nadie puede negar que se trataba de un pueblo fundamentalmente feliz.

 

 

Conclusión

 

Egipto es fascinante, tanto por su historia, como por sus misterios. Muchos de sus conocimientos continúan asombrando a los científicos de ahora debido a que esta maravillosa civilización logró avances tan extraordinarios en diversas ramas de la ciencia como en la tecnología; ejemplos claros son las matemáticas las cuales emplearon en la construcción de las famosas pirámides de Gizah, logrando medidas tan exactas.

 

Otro gran avance en la civilización egipcia fue dado en la medicina , ya que ellos sabían con que plantas curar ciertas enfermedades y como prevenir otras tantas. Dentro de esta rama entra también el arte de la momificación, ya que ellos supieron con que sustancias podían evitar que los cuerpos se descompusieran y lograron preservarlos por siglos, y por siglos mas serán admirados.

 

Otro gran avance fue la escritura, tan perfecta, que reflejaba sus creencias en las divinidades, en su universo de dioses, en el juicio final, en el juicio de Osiris; tenían una visión tan compleja del universo que todo lo atribuían a seres maravillosos, cada cosa a cada uno, formando, como ya se dijo antes un universo entero de dioses.

 

Por esto y por muchas cosas mas, la civilización egipcia merece la admiración de todas las personas de hoy, y si la tierra hablara nos revelaría asombrosos secretos, hasta hoy escritos, de esta tan singular civilización.

 

 

Bibliografía

 

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Ciencias Sociales, Culturas, Sociedades y Naciones SEP. De. Porrúa México 1984

Nueva Enciclopedia Temática Tomo 8, De. Cumbre, S.A. México 198

Historia del Mundo, Ernest J. Görlich España 1967, ediciones m.r.

Muy Interesante, Especial, Antiguo Egipto, México.

El Hombre Origen y misterios, egipcios. Tomo 2 De. Uteha. S.A. de C.V. España 1983

Atlas culturales del mundo, Egipto, dioses, templos y faraones Volumen I De. Folio1990

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Historia 2, Alicia Gojman Goldberg, nutesa México 1987

Tiempos Lugares y gente 1, Fernandez editores, SEP México 1995

Los últimos enigmas. Selecciones del Reader´s Digest. México, 1978.

Español activo II. Lucero Lozano. Ed. Porrúa. México, 1991.

Ciencias sociales II. Teresa Silva. Ed. Trillas. México, 1988.

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