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Relatos Egipcios

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                                   Las explicaciones de Alhejhop

 

 Pepita se encontró con el mago en el corredor principal del palacio  .

Alhejhop acababa de salir de una ceremonia junto a los sacerdotes principales del reino. Su cabeza estaba  completamente calva en ese momento.

 

 La niña se preguntó como conseguía Alhejhop  esos cambios de peinado tan  llamativos. Pero en eso momento le pidió otra cosa.

 

- Vengo a pedirte si puedes enseñarme a hablar el Quintopiniano.- Dijo Pepita.

 

 El mago echó una mirada alrededor y dijo:

 

- Ven a mi laboratorio y hablaremos allí.

 

- Que bien. – dijo Pepita. – Traje unos granos de arroz con miel para el buitre, se que le gustan mucho.

 

- En realidad no es un buitre. Es una buitresa, esta incubando  huevos. Pronto nacerán dos polluelos.

 

 Cuando llegaron al laboratorio, el mago se cambió la túnica de ceremonias por el mandil de trabajo, mientras la niña se acercaba con cuidado a la buitresa tuerta.

 Le faltaba el ojo derecho por culpa de una pelea con otros buitres, como le ocurre algunas veces a los gatos.

 

 Ahora Alhejhop  llevaba una melena larga de pelo liso, de color castaño.

 Con una cinta de lino se ató la melena y se hizo  una coleta. Así no le estorbaba el pelo para trabajar.

 

- Hace un rato estabas calvo y ahora llevas melena larga. Seguro que te has puesto una peluca. – Dijo la niña mientras se acercaba por sorpresa a la coleta de Alhejhop para darle un tirón fuerte en ella, gritando:       

 

               - ¡¡¡  TE DESENMASCARE, MAGO DE PACOTILLA. !!!

 

- Ay, ay , ay, ay. ¿Pero que haces, Princesa?. Suéltame el pelo ahora mismo, me estas haciendo daño. Ay, ayyyyy.

 

 Y sucedió que en manos de Pepitamón la melena se fue volviendo roja, lo que demostraba que al mago aquello realmente le dolía.

 

- Perdóname Alhejhop, no quería hacerte daño. Creía que...

 

-  ¿Creías que te estaba tomando el pelo verdad?. – Le contestó enojado el mago. y añadió:

 

- Está bien, te lo contaré a ti porque eres la Princesa de Egipto. Pero tienes que jurarme que no se lo contarás a nadie, ni siquiera a Yayut. Es un secreto que solo conocen los miembros de la Familia Real.

 

 Pepita levantó las manos con las Palmas hacia arriba, a la altura de los hombros y pronunció muy seria :

 

- Lo juro por Maat, la Diosa Buena.

 

 Aquel juramento bastó para que el mago se diera cuenta que la princesa, aunque muy joven, sabía asumir las responsabilidades que se le pedían y le tomó aprecio.

 

- No soy yo quien elige el color del pelo. No puedo elegir tampoco el largo que tiene en cada momento.

 Todo es culpa de un maleficio que me echó El Mago Del Humor cuando tenía catorce años.

 

- ¿Por qué te lo ha hecho ?. Preguntó la joven Princesa.

 

- Fue mi maestro, el mago Chistptumpum.  Me acusaba de mentiroso, de poco atento con las enseñanzas. Me  avisaba muchas veces que un día no podría ocultar mis sentimientos si no le hacía caso.

 No me tomé las advertencias en serio. Chistptumpum era un hombre famoso por sus bromas mágicas. Sonreía siempre que hablaba, se inventaba chistes.

 

 Cuando actuaba se pintaba los labios de blanco, la nariz de rojo y el pelo de amarillo. A los niños les encantaba cuando actuaba el Mago del Humor, pues así era conocido por los pequeños de mi país.

 

 Sin embargo Chistptumpum me cubrió con una horrible maldición. Pensaba retirármela cuando demostrara mi sinceridad. De verdad que no volví a mentir delante de él.

 

-¿Por que no te la quitó si ya decías siempre la verdad?. – Preguntó la Princesa.

 

- Porque se murió, por  eso.

 

- Vaya, lo siento. No volveré a tirarte del pelo. - Dijo finalmente  Pepitamón.

 

- De acuerdo. ¿Cuándo deseas comenzar a aprender Quintopiniano?.

 

 Pepita se quedó un rato pensativa. – Pasado mañana Yayut tiene una cita con su novio un poco antes de la caída del sol. Nos veremos aquí.

 Ahora tengo que irme. Me estarán buscando para cenar. Adiós.

 

- Adiós Princesa. Para mi será un placer servirte. – Y el pelo volvió a su color castaño de siempre.

 

 Alhejhop fue primero a saludar a Gata Gris, la buitresa que incubaba los dos poyuelos, que Ya se había comido el arroz de las riveras. Se quedó trabajando hasta muy tarde preparando el nuevo encargo del Faraón:

 

 Un producto químico que provocase una nube espesa de humo. Con ella Pephosis pretendía asombrar a sus súbditos en la próxima aparición pública, apareciendo ante ellos como Hermano De Jamón-Ra .

   

 

                                            Estatuas Colosales.

 

 Los dos amigos se encontraron en el centro del gran patio descubierto que estaba cerca del palacio.

 Se trataba de Wesir el hijo de  Petathys, un importante funcionario del  Rey que además ejercía de portaabanico a su diestra y Pepitamón, hija de Pephosis IV.

 Se fueron a jugar al escondite entre las estatuas. Un sacerdote los miró con mala cara, pero como eran la Princesa y  el hijo de Petathys tuvo que dejarlos jugar y callarse la boca.

     

 Cansados ya de tanto recorrer el patio, fueron a sentarse en los pies de la estatua más grande de todas.

 La estatua sedente (sentada) de Memptutmimosis III , el bisabuelo  de Pepitamón quien extendió los territorios de Egipto mas allá de Jerusalén al éste y la cuarta  catarata del Nilo al sur, en tierras de Nubia y al oeste hacia La Libia.

 

 Wesir se sentó en el dedo gordo del pie derecho y Pepita en el del pie izquierdo de aquella estatua enorme.

 Era tan colosal la estatua del bisabuelo conquistador que se les quedaron los pies colgando a dos palmos del suelo.

 

 

 Hablaron de la escuela. Wesir le contó a Pepita que de mayor quería ser astrónomo y ella que deseaba viajar mucho a los países extranjeros.

 

 Pepita se acordó de la ceremonia en el templo de Jamón-Ra. Ya faltaba poco y todavía estaba sin cambiar de vestido. Últimamente su  cuidadora se mostraba mas despistada que de costumbre. ¿Por qué sería?.

 

 Las dos llegaron con el tiempo justo a la ceremonia y se instalaron en el palco junto a la Reina, el Príncipe y unos pocos personajes de entre los poderosos del reino.

 Faltaba el Faraón porque se hallaba en el templo con los Altos Sacerdotes, invocando a Jamón-Ra para que las cosechas del próximo año fueran  generosas.

 Por algo Jamón-Ra era considerado el Dios  de la abundancia.

 

 Algo apartados estaban los demás funcionarios y mucho más allá, del último escalón para abajo, el pueblo llano que casi no se enteraba de lo que ocurría, como siempre.

 

 El Alto Sacerdote Memón pronunció una plegaria para anunciar a los presentes la aparición del Todopoderoso Faraón de Egipto y las puertas del templo se abrieron completamente.

 

 En medio de una nube espesa de humo se hallaba Pephosis IV el grande tosiendo con fuerza.

 Los cortesanos muy preocupados por la salud del faraón fueron corriendo a socorrerle y se produjo una peste de toses, tojoses, achises y puajes  que  llegó hasta la multitud curiosa de abajo.

  

 El Mago Alhejhop se echó las manos a la cabeza y pensó con tristeza:

 

- Glub.  Se me va a caer el pelo.

 

 ¡Algunos incluso tuvieron el atrevimiento de dejar escapar la risa !.

 

 Todo aquello hubiese estropeado  la ceremonia de grandeza de Pephosis IV  si no fuera por la habilidad de Petathys  que gritó en alto:

 

                           ¡¡¡ LARGA VIDA AL FARAÓN  DE EGIPTO  !!!

 

 Los cortesanos dejaron de toser para responder con la misma frase , en alto varias veces. “Larga vida al faraón de Egipto” .

 

 Se fueron extendiendo los gritos hasta el resto de la multitud y el Faraón fue aclamado por todos.

 Pephosis se había salvado por los pelos de una gran vergüenza nacional.

 

 

                                                      La bronca.

 

 Alhejhop se encontraba muy firme ante el Faraón mientras este le regañaba furioso en su despacho.

 

- Has estado  a punto de arruinar mi reputación, mago barato.

 

 Aquello fue como una puñalada para el orgullo profesional  del mago, pero no se atrevió a responder a su Señor. Todavía faltaba lo peor por escuchar.

 

- He sentido vergüenza ante todos mis súbditos. Se me han irritado las narices de respirar el humo putrefacto que  preparaste.

 Solo Ra-Atón, con una mente tan retorcida como la tuya conoce la naturaleza de las porquerías que habrás empleado en esa fórmula repugnante. Exijo una explicación, ahora mismo. – Dijo el Faraón.

 

- Verás, señor. Ha ocurrido algo terrible y se que toda la culpa es mía.

 El verdadero problema lo ha causado uno de los componentes de la fórmula. Digamos que fue el componente principal.

 

- Déjate de rodeos que no tengo toda la mañana para tus estupideces. Le contestó el Faraón igual de enfadado que al principio.

 

- El componente principal de la fórmula del humo es una planta llamada Tabaco que quizá no conoces, Gran Rey. – El mago se inclinó.-  Cuando el tabaco está humedecido se quema mal y despide humo fuerte. Es un humo espeso que irrita la nariz  y la garganta. 

 

- ¿Y que pasa con esa planta?. ¿No te quedaban reservas secas?.

 

- Exactamente Majestad. Eran las últimas reservas que poseía. Me temo que no podré volver a preparar la fórmula correctamente.

 

- Te ordeno que te pongas en contacto con  el Visir Ratostris para que organice una expedición a tu lejano país en busca de las reservas necesarias de tabaco. Todavía necesitas mejorar mucho la fórmula, porque vendrán nuevas ceremonias de vital importancia.  

 

- Ahora sal de mi vista antes de que me arrepienta. Mago barato. Fuera.

 

 El pobre mago salió enseguida de allí y el Faraón se quedó pensando:

 

- “En el fondo de todo, la planta del tabaco deja un gusto agradable cuando se quema. Habrá que perfeccionar el invento, si. No se como explicarlo pero, me gusta”

 

 Pepita esperaba a que Alhejhop saliera de la audiencia con su padre. Cuando lo vio se llevó las manos a la boca. El mago daba pena.

 Todavía conservaba el pelo en la cabeza, pero, que asco. Era todo un amasijo de colores sucios. Totalmente desordenado, con mechones colgando. Parecía un peinado basura. Intentar describir aquello revuelve el estómago a cualquiera. El maleficio de Chistptumpum era demasiado fuerte para su voluntad cuando recibía  una reprimenda Real.

 Se sentía tan mal el mago Alhejhop que no podía evitar que los demás lo vieran con aquella pinta.

    

 Cuando la niña se acercó a él también tuvo que taparse la nariz.  Apestaba a sebo capilar. - Puaaaj...

 

- Buenos días princesa. - Dijo el mago. - Ya ves que no estoy muy presentable que digamos. ¿Puedes ir delante y esperarme en el laboratorio mientras me aseo un poco?.

 

- Vale, te esperaré allí.

 

  La niña llegó al laboratorio y volvió a notar un olor desagradable, muy parecido al de la cabeza del mago.

 

- ¡Que sucio está esto!. – Exclamó. – Huele que apesta. – y abrió las ventanas.

 

 El único ser que parecía encontrarse a gusto en el laboratorio era por supuesto Gata Gris, la buitresa.  Sin dejar de incubar los dos huevos, agudizaba la vista en busca de la carroña que producía aquella peste, sin éxito.

 

 Pepita  enseguida se puso manos a la obra. Retiró algunos restos de plantas que había sobre la mesa de trabajo.

 Barrió el suelo, vació copas con líquidos desconocidos para ella en la tinaja de los desperdicios. Pasó el paño húmedo sobre las manchas gordas.

 

 Al final del trabajo se dio cuenta de que el mal olor no había desaparecido.

 

 Comenzó a buscar en las estanterías ayudada por un taburete de madera. Metió la nariz en frascos y vasijas. Por fin encontró lo que buscaba.

   

 Era un frasco pequeño y regordete el que despedía aquella peste. Contuvo la respiración y salió al jardín con aquel horror de sustancia.

 A plena luz del sol pudo ver el contenido. Un líquido espeso de color violeta.

 

- Esto es lo que huele tan mal. Lo arrojaré al canal, así no ensuciaré el patio.

 

 Se fue al canal de riego mas próximo y arrojó el líquido asqueroso al agua.

Después lavó el frasco y regresó satisfecha al laboratorio.

 

 Ya estaba allí el mago. Parecía buscar algo que no encontraba.

 

- ¿Qué buscas Alhejhop?. Le preguntó Pepita.

 

- Busco el tinte para el pelo. Lo he preparado aplicando todo lo que aprendí en países lejanos.

 Estoy harto de que  todos sepan si estoy alegre, triste, melancólico o dolorido  en cada momento. Cada vez sale un color diferente. No se mentir. Tengo que encontrarlo o me sentiré desgraciado.

 

- Te ayudaré a buscarlo. ¿Cómo es?.

 

- Es un frasco pequeño y regordete que hule muy mal. Lleva dentro el tinte, de color violeta. Lo dejé en el estante esta madrugada.

 

- Vaya. ¿No será este?.- La niña le enseñó el frasco y el mago, tras verlo vacío  se apenó profundamente.

 

- Era mi oportunidad de teñir el pelo con eficacia. Lo necesitaba ahora mismo para deshacerme de esta sensación tan desagradable. Snif, Snif. - Y Lloró.

 

 Pepitamón se dio cuenta de la barbaridad que había cometido. Bueno, de una de las barbaridades cometidas. De la otra no se enteraría hasta el día siguiente.

 Se le ocurrió una idea para consolar a Alhejhop y habló:

 

- Si me perdonas te diré como puedes romper el maleficio de tu maestro el mago Chispunpún.

 

 El mago levantó una ceja al escuchar aquello. - ¿Quieres decir Chistptumpum?.

 

- Sí, Chistumpún, ese mismo.

 

- ¿De verdad puedes ayudarme Princesa, como?.

 

- Solo si juras guardar el secreto.

 

- Lo juro por la Dama Senín, Diosa de la magia.

 

- El Petote te curará.

 

 El mago Preguntó asombrado. ¿La Piedra De Nubia?. Y Pepita contestó.

 

- La Piedra De Nubia, si señor. Pero tenemos que esperar primero a que comience la estación de verano. La  Inundación.

 

Continuar...

 

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