El final del Imperio Antiguo
           
  
       Tras
      el reinado de Pepi II (Neferkara PiPi) de 64 años de duración (o 94 si
      el escriba no confundió los signos que son muy parecidos en hierática),
      son claras las señales de descentralización del poder.
      Las tumbas de nobles y nomarcas aumentan su tamaño y calidad, lo
        cual
        es indicativo de que también aumentó el poder de la nobleza frente a
        la
        real, cuyas pirámides ya no son comparables a las de la IV dinastía. 
        
        
  
         
 Fragmento
  de estela de Anjesenpepi, una de las esposas de Pepi II y madre del rey
  Neferkara II. En la estela se nombra la pirámide de Neferkara, aunque no ha
  sido localizada todavía.   
   
       El
      rey Kakara-Aba (Ibi), de la VIII dinastía, gobernó unos cuatros años y
      dejó inacabada su pequeña pirámide que es similar a las de algunas de
      las esposas de Pepi II.
   
     
 Tumba
  de Anjtifi (2.100 a.C., Primer Período Intermedio).
   
       
        En la tumba de
      Anjtifi en El-Moalla, nomarca en el nomo de Hierakómpolis durante la IX
      dinastía, se afirma:
      
 
         <<
        ... Todo el Alto Egipto estaba muriendo de hambre
        y la gente devoraba a sus hijos, pero yo no
        permití que nadie muriese de hambre en este nomo... La ciudad
        entera había llegado a ser como langostas, yendo río arriba y río
        abajo (en busca de comida)... pero yo nunca
        permití que nadie tuviese la necesidad de ir de este nomo a otro.
        Soy un héroe sin igual>>.
        
     Anjtifi
      habla de una hambruna que consigue sofocar. Esto parece una constante
      entre los gobernantes de la época, como se delata también en los
      siguientes textos, pero también en la misma tumba de Anjtifi encontramos
    escenas de caza, pesca, trasporte de grano y otros alimentos... todas las
    escenas de vida cotidiana típicas de cualquier tumba de nobles de épocas
    anteriores (ver imagen de arriba).    Merer,
      en Edfú, afirmó:
       
         <<
        ... Yo enterré a los muertos y alimenté a los vivos, a cualquier lugar
        que fui en esta sequía que ocurrió.
        Cerré todos los campos y montículos de la ciudad y de las afueras de
        ésta, no permitiendo que sus aguas inundasen a
        todos, como hace un respetado ciudadano para que su familia pueda
        sobrevivir. Cuando sucedió que la cebada (o
        grano) del Alto Egipto se le dio a la ciudad, yo la transporté
        en numerosas ocasiones, yo di un montón de blanca cebada del Alto
        Egipto y un montón de cebada "hmi" y la medí para cada
        hombre, de acuerdo a sus deseos... >>.
        
       Merer
      nombra una sequía, sin embargo realiza construcciones para proteger a los
      ciudadanos de las inundaciones del Nilo.    En
      una estela de Iti (probablemente contemporáneo de Merer y Anjtifi), en
      Imyotru (nomo de Tebas):
       
         <<...
        Yo alimenté Imyotru durante los años de miseria.
        Aunque 400 hombres estaban en apuros por su causa, no me apoderé de la
        hija del hombre, ni de su campo. Conseguí 10 rebaños de cabras con
        pastores para cada rebaño, conseguí 2 rebaños de ganado y 1 de asnos.
        Yo conseguí todo tipos de ganado menor, construí
        un barco de 50 codos y otro de 30, di cebada (o grano) del Alto Egipto a
        Iuni, a Hefat, después de que Imyotru hubiese sido provista.
        Mientras los tebanos viajaban río arríba y río abajo (en busca de
        comida), yo nunca permití que Imyotru viajara río arriba y río
        abajo, hacia otro nomo... >>.
        
      (Las
      tres traducciones anteriores son de Miriam Lichtheim, "Ancient
      Egyptian Literature")    
      Son varias las obras literarias egipcias que hablan
        de calamidades,
        algunas de ellas como Las Admoniciones de Ipuwer, Dialogo del
        desesperado o las Instrucciones de
      Merikara, parecen
        estar referidas al
        Primer Período Intermedio y narrarían el final del Imperio Antiguo según
        algunos autores.     
      Fekri Hassan culpa a la sequía como causa única y
        principal del fin del
        Imperio Antiguo, sin embargo en las  Admoniciones de Ipuwer se afirma que el Nilo se
        desborda pero nadie ara los campos:
  
       <<...Ciertamente,
      el ladrón está en cualquier lugar.
      
       
      [II,
      3] El servidor más humilde[1]
      tomó de acuerdo a lo que encontró.
      
       
      Ciertamente,
      el Nilo[2]
      inunda pero no se quiere arar para él.
      
       
      La
      gente comenta: ‘No podemos conocer lo que ocurre a través de la
      tierra’.
      
       
      [II,
      4] Ciertamente, las mujeres están estériles, no se concibe
      
       
      y
      Jnum no modela por la situación del país.
      
       
      
  
  
         
         En mi opinión, el final del Imperio Antiguo, no es más que el conjunto de circunstancias que llevaron al desorden y finalmente,
        desaparición del poderoso Imperio. Efectivamente hay pruebas
        que sustentan la teoría de Hassan y la sequía debió ser uno de los
        motivos, pero no el único. Hassan afirma que el nivel del Nilo debió descender un
        50%, con lo que la producción de los cultivos también descenderían a la mitad,
        pero en aquellos tiempos existía mucha tierra cultivable por explotar, un Estado fuerte podía
        duplicar las zonas de cultivo para paliar el paulatino descenso en las
        crecidas, pero lo que los textos nos relatan es una simple
        redistribución de los recursos que cada gobernante local lograba llevar
        a cabo. Todos afirman ser los mejores gobernantes y conseguir que los
        habitantes de su nomo o ciudad no pasaran hambre y no emigraran a otros
        nomos o ciudades; describen una situación muy grave y siempre concluyen
        en que ellos la superaron... seguramente ni lo uno ni lo otro.
        
  
          Un
        gobernante jamás diría en su tumba o en una de sus estelas, haber sido
        pésimo, al contrario, "él era el mejor". Las situaciones
        descritas seguramente eran exageradas para aparecer ellos mismos como
        salvadores, pero algo de eso ocurría realmente o de lo contrario no
        abundarían los textos similares describiendo la situación del Primer
        Período Intermedio. Casualmente se hacen menciones a las inundaciones
        del Nilo, aunque no dudemos que no fueran demasiado grandes tenían
        lugar; sin embargo no había un poder central lo suficientemente fuerte
        como para hacer que las zonas de cultivo se ampliaran, al contrario, las
        que ya se utilizaban quedaban en ocasiones sin arar.  
          
         La sequía afectó mucho más a Siria, Palestina y
        Mesopotamia (recordemos que las fuentes del Nilo están mucho más al sur), produciéndose
        migraciones al Delta y aumentando la necesidad del control tanto de las fronteras
        como de los nuevos pobladores que huyen del hambre y la pobreza.
           
         Descentralización administrativa, luchas internas
        por el poder, conspiraciones (se supone que Teti murió asesinado), crisis en la
        agricultura y por tanto, la economía afectada por la sequía, frente a
        una necesidad de aumento de los recursos: ejército, administración,
        cultivos, etc. Todo eso agravándose en pocos años, pudo derivar en hambre,
        revueltas... el temido desorden que la literatura egipcia reflejará posteriormente, quizá de forma exagerada, pero sin duda una auténtica
        "catástrofe" para los ojos egipcios nostálgicos del orden y
        esplendor del Impero Antiguo.
           
         El
        cambio climático llegó en el peor momento, pero los textos pesimistas
        referidos no muestran una gran catástrofe ocurrida en la antigüedad tal y como
        nosotros entendemos el concepto ahora; hay que trasladarse a la época y
        circunstancias, intentar ver las cosas como las verían los egipcios de entonces e incluso analizar las costumbres literarias que no permiten
        tomarse las descripciones textualmente.
   
         
   
        Autor:
        Juan de la Torre Suárez
   
   
  
       |