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El henoteísmo de Ajenaton

Historia del Antiguo Egipto: faraones, dinastías y cronologías

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HENOTEISMO: EL ATON COMO DEIDAD PREEMINENTE.

 

Extracto del libro: Tell el-Amarna (Vol. I) Las Tumbas Norte: Huya, Meryra II, Ahmes, Meryra, Penthu y Panehsy. Por Juan de la Torre Suárez y Teresa Soria Trastoy.

 

 

El henoteísmo ha de ser entendido como el hecho de que ante una multitud de dioses se escoja a uno de ellos, en este caso el Aton, como dios predilecto y situándolo por encima de los demás, pero no excluyéndolos, lo que sería propio del monoteísmo. Por otra parte con el sincretismo entre los distintos dioses, como es el caso de Ra-Horajty, cada dios no pierde su identidad sino que se complementan.

 

Durante el cuarto año de su reinado, Ajenaton eleva al Aton a la cabeza del panteón egipcio, pero sigue “necesitando” de otras divinidades como Ra-Horajty, Maat y Shu para definirlo; el rey es representado ya no sólo con una corona Atef con pequeños halcones en sus extremos, sino que incluso lleva añadida una cola de toro, asociada tradicionalmente a Amon[1]. A partir del noveno año de su reinado, el Aton prescinde de todos esos elementos del panteón e incluso del determinativo “dios”, ¿estamos en presencia de un primer estadio de lo que podría derivar en monoteísmo?

 

Aún así, el halcón y el ureus permanece en la iconografía y Ra sigue estando presente en la titulatura del Aton[2]. Si bien se ha recurrido en numerosas ocasiones a aceptar un breve monoteísmo iniciado durante los años seis a nueve del reinado de Ajenaton, la prueba a la que se ha acudido parece ser el intento de supresión, no sólo ya del nombre de Amon y de otros dioses de los distintos monumentos o todos los aspectos mencionados más arriba, sino la destrucción de todas aquéllas menciones a “dioses”[3].

 

Sin embargo, los académicos que han apoyado esta teoría[4] la basan en la evidencia proporcionada por una inscripción en el templo de Amada[5] estableciendo que la destrucción iba dirigida tanto a la eliminación del nombre de Amon como al término “dioses”, cuando en realidad aquello que se intentó suprimir y, de hecho quedó suprimido, fue únicamente el nombre del dios Amon quedando intacto el término dioses o siendo borrado tan sólo de la titulatura de Amon. De esta forma nos encontramos con que inscripciones del tipo “Amon-Ra, cabeza de los dioses, Señor del cielo”, quedó como “Ra, cabeza de los dioses, Señor del cielo”.

 

De todo ello no podemos sino concluir que lo perseguido y eliminado por Ajenaton se limitó a lo que podríamos definir como el “enemigo” del Aton, su principal rival y contrincante, como lo era Amon y quizá algún otro como Nejbet, por rivalizar con la diosa Uto, la diosa cobra en su función de protección de la persona del rey.

 

Si la diosa Uto sigue presente en la iconografía al igual que Ra permanece en la titulatura del Aton, si dioses tan principales del panteón como lo son Ptah, Hathor u Osiris no sufrieron persecución, si no se intentó acabar con la concepción plural de “dioses” y si en el nombre de dos de sus últimas hijas se incorpora a Ra[6], sin duda no es procedente hablar de un monoteísmo, de la exclusividad del dios Aton, ni de la exclusión de todos los dioses, sino de una preeminencia, de la elección de uno sobre los demás como “mejor” dios o más útil. La apariencia de monoteísmo es simplemente eso, una apariencia; el estudio de las concepciones de la divinidad de Ajenaton prueba indiscutiblemente que su religión no adoptaba la forma del monoteísmo.

 

Entonces, si no hubo un cambio radical, si otorga títulos ya existentes durante el Imperio Antiguo, si basa parte de sus ideas en el antiguo culto solar de Iunu, si sus antecesrores ya le habían abierto parte del camino, si su Gran Himno al Aton ya goza de antecedentes literarios, si su dios ya fue venerado también por sus antecesroes y hasta parte de la iconografía ya había sido utilizada, ¿qué es lo tan proclamado novedoso o revolucionario de la doctrina de Ajenaton y de todos sus actos?[7].

 

Realmente, lo que más debiera llamar la atención de todos no es tanto ese aspecto revolucionario que no lo fue, ni tampoco el novedoso, que sí lo encontramos en ciertos aspectos de las distintas artes. Lo que verdaderamente resulta digno de estudio es cómo Ajenaton desarrolló un programa, lógico, pragmático, ideado durante varios años y cómo fue aplicando poco a poco parte de su plan, cómo supo sentar las bases necesaria para al final dar el toque maestro.

 

Por lo que parece el pueblo o no comprendió una forma tan radical de supremacía de un dios o se encontró con que de pronto había sido suprimida parte de su tradición: las fiestas en las que se mostraba la estatua del dios a la que poder acercarse y ver directamente a la divinidad normalmente encerrada en su santuario[8]; también el pueblo perdió, al parecer, la posibilidad de acercarse a las capillas exteriores de los templos, como en Karnak, para establecer contacto con una determinada divinidad y depositar un exvoto[9]. Pero lo más trascendente para algunos y lo que más rechazo pudo causar es el hecho de que la muerte y la noche ya no formasen parte de la divinidad ni de la mitología, de manera que representaban la negación del Aton y no un tránsito para volver a regenerarse. Para ello evocan mencionan que pudo haber dejado de celebrarse el ritual de la momificación ya que en las representaciones, los fallecidos no revisten forma de momia sino que aparecen con sus mejores trajes, como es el caso de la propia hija de Ajenaton. Ya no estaba el dios Osiris con el que identificarse tras la muerte. Pero, también es cierto que lo contrario a lo que muchos se acogen sí existió e incluso en la tumba del propio Ajenaton: Las tumbas de Huya y de Panehesy son las únicas que tienen sus capillas decoradas, el resto se quedaron sin finalizar; pues bien, en la tumba de Huya, el difunto aparece momificado, con escenas típicas de la procesión funeraria, etc. En la tumba de Panehesy las escenas son también de carácter funerario. Incluso en la propia tumba de Ajenaton han sido hallados ushebties. Quiere esto decir, que al faltarnos datos, al carecer de tumbas totalmente finalizadas y con el difunto allí enterrado, y al haber sufrido Ajenaton tal persecución, llegando a ser desmantelados en Amarna prácticamente todos sus edificios, no podemos llegar a conclusiones absolutas y menos entender las excepciones a la regla general como simples excepciones, sino como un indicio de coexistencia.



[1] Wilkinson. The Compete Gods and Goddesses of Ancient Egypt.

[2] Si bien algunos lo traducen por “sol” en lugar de “Ra”.

[3] Ntrw.

[4] Para Hornung, en El Uno y los Múltiples (p´g. 228): “...la persecución afecta también en menor medida a los demás dioses y varias veces incluso a la forma plural `dioses´”. Breasted, en The Dawn of Conscience (pág. 280): “La palabra ´dioses´fue también borrada por herética, y los nombres de los dioses recibieron el mismo trato que el nombre de Amon”.

[5] CEDAE. Amada IV.

[6] Neferneferura y Setepenra.

[7] Hornung se hace esta misma pregunta, sólo que él llega ala conclusión de un monoteísmo en las etapas más avanzadas del reinado de Ajenaton.

[8] Ajenaton lo sustituyó por su sus desfiles en los carros reales y mediante la celebración semi-pública de los actos de adoración y entrega de ofrendas al Aton en sus templos, dentro de los patios abiertos.

[9] Lo que sí puede hacerse durante el reinado de Ajenaton es donaciones al templo.

 

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