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Mitología y religión egipcias: momias, dioses, ritos, mitos, leyendas, costumbres funerarias...

  

Sobre la materialización de las ideas filosóficas dentro del arte egipcio.

(Diario de viaje de un iconódulo).

 

Por: Jorge Ordóñez-burgos[1]

 

 “... Pues ni las largas barbas, Clea, ni el llevar mantos hace filósofos,

 ni los vestidos de lino, ni un afeitado total hace devotos de Isis, sino,

 es Isíaco verdaderamente aquel que, cuando recibe por vía legal de la

tradición lo que se enseña y practica en relación con esas divinidades,

examina e investiga profundamente sobre la verdad que hay en ello...”

 

Plutarco

 Sobre Isis y Osiris, III, 352c.

 

 

Imagen extraída del cartel de la Exposición Temporal:

"Faraón. El culto al sol en el Antiguo Egipto".

 Museo Nacional de Antropología de México. Abril-Junio 2.005.

 

E

n el pasado mes de abril se inauguró una magna exposición de arte egipcio en el Museo Nacional de Antropología de México; se vivió gran entusiasmo a varios niveles y fui testigo de ello. La convocatoria popular que tuvo la muestra fue impresionante al extremo que en los domingos de la temporada de la exposición (abril-mediados de julio) se reunían en el Museo algunos miles de personas para entrar. Las filas eran interminables: estudiantes de secundaria, familias, turistas, académicos...... todos con el único objetivo de ver un grupo de piezas de valor incalculable. El medio intelectual también se sintió muy atraído por Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto, así fue como se le denominó a la muestra. Pocas personas saben que en México hay una Asociación Mexicana de Egiptología, aún entre los investigadores de historia antigua de nuestro país se ignora su existencia. Por lo que pude darme cuenta, dicha sociedad científica apoyó mucho la organización, entre las cosas que hicieron ha de mencionarse un ciclo de conferencias sobre el antiguo Egipto[2]. Por desgracia no se difunde a nivel nacional el trabajo de éstas personas. La algarabía por la presencia egipcia en México llegó a tal grado que el mismísimo presidente de la república dio un erudito y brillante discurso de inauguración, uno de esos que él acostumbra dar dentro y fuera de nuestras fronteras.

La muestra que se pudo apreciar en el Museo constaba de 151 piezas, (algunas de ellas muy raras): esculturas, sarcófagos, estatuillas, papiros y joyería. Todo ello se trajo a México como retribución del préstamo que se hizo, en el verano de 2003, de piezas aztecas a Alemania. Las instituciones que aportaron objetos de sus extensas colecciones fueron el Ägyptisches Museum und Papyrussammlung Staatliche Museum zu Berlin y el Staatliche Museum Ägyptischer Kunst München-Freistaat Bayern, ambas tienen una notable tradición egiptológica. La exposición, además de permitirme acceder a un nivel de conocimiento muy diferente al que estoy acostumbrado, (no es lo mismo leer que ver directamente lo estudiado), me enseñó un capítulo completamente desconocido de la historia de México. Curiosamente, México estuvo a punto de hacerse de una colección de piezas egipcias en el año de 1867. El emperador Maximiliano tenía un grupo de objetos egipcios, reunidos por él, estaban almacenados en Miramar, cerca de Trieste. Unos meses antes de ser ejecutado mandó traerlos y cuando estaban en el puerto de Veracruz, el emperador ya estaba muerto. Desgraciadamente los ideales del presidente Juárez no podían esperar un minuto, siendo esta una de las acciones típicas del gobierno liberal. Un tesoro de esta magnitud no hubiera estorbado en absoluto el proyecto de nación del Benemérito, no obstante, el camino a la democracia y la libertad es sinuoso, como lo fue el regreso de las piezas a Europa. Actualmente se han integrado a las muchas colecciones del Museo Histórico de Viena.

No quisiera dejar de señalar un aspecto reprobable que se dio en la exposición. Es increíble que las autoridades del Museo de Antropología no se percaten de la trascendencia que tiene para América Latina una muestra de estas características; es imposible que no se den cuenta que algo así difícilmente se repetirá en un lapso corto de tiempo y que sus beneficios culturales y educativos son incalculables. Es comprensible que se prohíba tomar fotografías de las piezas, podría entender también que se restrinja el uso de cámaras de video por motivos de seguridad, pero ¡impedir tomar apuntes! En verdad es ridículo, una restricción emanada de la mentalidad de tercer mundo. Desgraciadamente el público en general perdió mucho por ello. En lo particular asistí a la exposición no sólo por mi propio interés, sino para compartir con mis alumnos todo lo visto. Es muy complicado que estudiantes de Chihuahua, ubicada a 1.200 Kms. al norte del Distrito Federal, viajen al Museo de Antropología. Por ello, si hubiera generado apuntes de la exposición seguramente el aprovechamiento de mis grupos sería mejor. Es importante señalar que las asignaturas que imparto no tratan el tema de Egipto como mera cultura general, sino como objetivos del programa (Historia de la Filosofía Antigua e Historia de la Medicina), por tal motivo muchos fueron los afectados indirectamente; no hubo poder humano que hiciera que las personas del Museo entendieran que la exposición era de valor excepcional para mi labor docente, no hubo acreditación alguna que funcionara. Es triste que en nuestro país no se nos otorguen facilidades a profesores que intentamos ir más allá de los libros. No es la primera exposición egipcia a la que asisto: he visitado la colección egipcia del Museo Arqueológico de Atenas (2.000)[3], el templo egipcio de Debod y el Museo Arqueológico (2.001), ambos en Madrid, y ni siquiera tuve necesidad de acreditarme como investigador dado que se me brindaron todas las facilidades para tomar apuntes y, en España, pude tomar video sin que nadie me molestara. Si a las personas que nos dedicamos a la historia antigua se nos ponen miles de trabas, ¿qué se puede esperar para un estudiante de secundaria? Ambos casos indican el poco interés que existe por fortalecer la educación del pueblo, en los dos se afecta significativamente el acervo cultural de los mexicanos. Por fortuna el Museo de Antropología puso a la venta un fantástico libro[4] con excelentes comentarios y fotografías de las piezas, no obstante, hay inscripciones que no se distinguen con claridad.

 

El presente artículo, además de pretender brindar información sobre Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto, busca también hablar de algunos conceptos filosóficos que fueron traducidos a formas materiales en el antiguo Egipto. De hecho, afirmo categóricamente que la plástica era un medio más para filosofar empleado por los antiguos hijos del País de la Tierra Negra, sin quitarle el valor religioso o político que varios objetos tenían. Este no es el espacio para legitimar la existencia de la filosofía egipcia, el lector puede estar o no de acuerdo con esta concepción del pensamiento arcaico, partiré de la idea que sí se desarrolló y que tiene el mismo rango, más lo las mismas características y métodos de los esfuerzos intelectuales de los griegos[5]. Como ya se comentó, uno de los caminos para reflexionar que era utilizado por los egipcios era el cultivo de las artes plásticas, obteniendo como resultado objetos en los que se plasmaban sus inquietudes intelectuales. A continuación me daré a la tarea de hablar de algunos aspectos que componen el pensamiento filosófico de los egipcios, contrastando las ideas con su respectiva materialización en piezas traídas a México.

 

              أ‌.      LA UNIDAD DENTRO DE LA RELIGIOSIDAD.

No siempre la interpretación más sencilla de las cosas es la más correcta, en el caso del pensamiento egipcio podemos echar por tierra este principio “económico” del conocer, la concepción de la divinidad que los antiguos tenían es un ejemplo perfecto para ello. Una mirada poco atenta a la iconografía religiosa y mitos egipcios podría hacernos creer que en realidad tenían una multitud de divinidades a quien adorar, y que, en esa estructura compleja, se desvanecía la esencia de lo sagrado. Una revisión más cuidadosa de sus tradiciones nos indicará lo contrario, Elisa Castel señala un aspecto interesante de la concepción egipcia de lo sagrado: “Las deidades protectoras del edificio [Casa de la Vida] eran entidades divinas del círculo heliopolitano. Por otro lado, el recinto (al menos en Abidos) parece estar encomendado a Osiris, símbolo de resurrección y patrono del Más Allá y los ángulos del mismo estaban encomendados a dioses cercanos al mito osiriaco: Isis, Neftis, Horus y Thot. Realmente, la Casa de la Vida no podía estar guardada por fuerzas mejores y más efectivas.

Como es habitual en la cultura egipcia, las preguntas se suceden sin cesar. ¿Por qué encomendar el recinto a dioses de teologías distintas, deidades aparentemente tan dispares? El dios Ra tenía muchas formas para presentarse, y en este punto es inevitable recordar la sugestiva teoría de Hornung, en la que afirma que Osiris era la cuarta forma de Ra. De este modo, se unificaban dos teorías mitológicas distintas y el resultado no era para nada un contrasentido.”[6]

En este aspecto, es importante recalcar que la religión egipcia, además de constituirse como una estructura sólida que daba sentido a la vida colectiva de todo un pueblo, también se le podría entender como un sistema modélico que guiaba la interpretación del mundo llevada a cabo en aquellos lejanos tiempos. Estamos en condiciones de señalar que de la mística egipcia se desprendía una especie de filosofía de la naturaleza, a la que le era posible comprender, sin gran esfuerzo, que los climas, las plantas y los animales podían manifestarse en apariencia de diversas maneras, permaneciendo su esencia inmutable. ¿Qué decir de las inundaciones periódicas que experimentaba el País de la Tierra Negra, el cambio de color en el plumaje de halcones, de hojas de sus plantas o de la piel de sus serpientes? La Unidad, concepción filosófica que fue estudiada una y otra vez por los griegos, entendía que la multiplicidad superficial del cosmos era sólo una “cubierta” del Ser. Así, la esencia de lo divino era representada con diversidad de facetas que, para la vista profana, eran independientes una de otra. El arte no se mantuvo al margen de tales concepciones filosóficas de las cosas. Algunos casos que podemos citar son los siguientes: una pieza rarísima, única en su especie, que consiste en un gran escarabajo, dotado de ocho brazos y cabeza humanos[7]. En él se entremezclan caracteres humanos y divinos (el escarabajo que es una de las tantas manifestaciones del dios Ra), con el objeto de simbolizar el renacimiento del difunto en el Más Allá. Otro caso significativo es una estatuilla de cocodrilo[8], en ella que convergen un par de aspectos contradictorios, por un lado, representa a los enemigos del dios-sol: la noche y la maldad; por otro, y quizá esto sea muy complejo de entender para la mentalidad occidental, hace referencia al mismo Ra, en una de sus tantas facetas. Es bien sabido que el cocodrilo era uno de los animales más temidos dentro del entorno silvestre egipcio, ese gran poder y energía eran interpretados como manifestaciones de lo sagrado. Heródoto nos ilustra sobre la opinión que los antiguos tenían acerca de estos reptiles: “...para algunos egipcios los cocodrilos son sagrados, pero no para todos, que los tratan como a enemigos. Los habitantes de las regiones de Tebas y el lago Meris los consideran especialmente sagrados.”[9]

Un tercer ejemplo es una estatuilla del genio Bes[10], compuesta por multitud de símbolos. Antes de describirlos quisiera hablar un poco de él, este personaje es una especie de genio que cumple con diversas funciones: se desempeña como acompañante y protector del sol, él es quien aniquila a sus enemigos nocturnos, por ejemplo serpientes; es un ente vinculado con los niños, les enseña a hablar, ahuyenta demonios que producen sus pesadillas, protege a la familia en general y cuida de los neonatos. Es una entidad natural, se le relacionaba con el vino y la cerveza[11]; es posible que en ella se hayan inspirado los griegos para concebir a los sátiros, silenos y para diseñar el ambiente en que éstos vivían. La figura de Bes que nos ocupa es una representación “panteísta” en donde se le exhibe con alas, enmarcan su rostro caras de león, tiene sobre su testa cuernos horizontales de carnero y una corona de plumas en cuya parte superior se encuentra el disco solar. ¡Curiosamente puede tener paralelismos con el Fanes órfico! “...se trata de la compleja idea de aquello que los antiguos egipcios entendían por lo divino y que se manifiesta en un número indeterminado de acepciones que se traducen en todo tipo de nombres o imágenes.”[12]

 

 

          ب‌.      LOS ANIMALES Y EL PENSAMIENTO EGIPCIO.

 

Las investigaciones zoológicas de los egipcios tuvieron como resultado la aplicación de lo aprendido en varios terrenos: en la medicina, para elaborar remedios a base de ciertos productos de origen animal (grasas, huesos, orina, piel....), en el campo moral los antiguos tomaban ciertos patrones de conducta animal como enseñanzas que los dioses les enviaban y que permitían que el hombre se adaptase a la armonía universal. En el terreno espiritual, la contemplación del medio silvestre en general conducía a alcanzar niveles de consciencia más elevados. Así como podemos entender que el trabajo de los antiguos implicaba mucho más que la simple “idolatría” como en ocasiones se afirma. Ciertamente, no se redactó tratado alguno sobre materia zoológica, empero, podríamos preguntarnos si ese era el soporte idóneo para transmitir el conocimiento en aquellas latitudes. No obstante, y esta es una evidencia clara del estudio del medio silvestre, se generaron mitos y objetos de arte que muestran que sus autores tenían un conocimiento profundo de la naturaleza. El ambiente que se describe en los mitos: lugares, relación entre dioses que representan energías cósmicas, zoomorfización de inmortales no por el capricho o el azar, sino como una forma de dar respuesta al interrogante que se cuestiona por la esencia de lo sagrado. La visión religiosa de la naturaleza articulaba sus estudios, sin quitar por ello importancia a los conocimientos adquiridos. La manera en que se concebía el entorno más que ingenuo, supersticioso o panteísta, hemos de definirlo como espiritual, es decir, el funcionamiento del entorno y sus habitantes no se reduce a meros procesos físicos, los animales no son simples instrumentos que benefician al hombre. Existe un componente divino que permite la conservación y desarrollo de los entes, hay un proyecto universal al que están sujetos desde los diminutos escarabajos peloteros, los peces, los esclavos, los sacerdotes, el faraón y hasta los mismos dioses. La contemplación de la naturaleza es el camino perfecto para tener noticia de tal plan. Acerca de la visión espiritual que los egipcios tenían de los animales Heródoto nos comenta: “.....Egipto no abunda mucho en animales, sin embargo todos los que hay los consideran sagrados, tanto los domésticos como los que ya no lo son. Ahora bien, si yo explicara el motivo por el que se les conceptúa con carácter sagrado, acabaría hablando de cuestiones divinas....”[13]

Aparentemente existía una contradicción en la “pedagogía” que la naturaleza le ofrecía al hombre, por un lado, algunas conductas animales eran tomadas alegóricamente, para ser interpretadas y extraer de ellas la revelación divina. Tal es el caso de las ranas, las serpientes y los escarabajos que nacían por “generación espontánea”; según los egipcios estos animalitos emanaban de la tierra sin necesidad de progenitores. Representaban las fuerzas brutas de la creación. Por tal motivo se instituyó, como parte de la teología hermopolitana, un grupo de ocho divinidades vinculadas con la creación, cuya imagen consistía en un cuerpo humano coronado con cabeza de serpiente, para los dioses, mientras que las diosas tenían cabeza de rana. Eran ordenados por parejas, cada una encargada de cierto aspecto del universo: Nun y Nuanet (agua primitiva), Heh y Hehet (espacio infinito indeterminado), Kek y Keket (tinieblas), y Nia y Niat (vida)[14]. Por otro lado, había conductas animales que debían ser tomadas al pie de la letra como parte de la enseñanza de la divinidad que se manifestaba en cierta bestia. Así podemos notarlo en el proceso higiénico que sigue el ibis para limpiar su sistema digestivo, el ave introduce su pico por el recto con el fin de retirar obstrucciones de este conducto, por tal razón, los médicos egipcios imitaron el pico con una cánula y se dieron cuenta que esto era un buen recurso terapéutico. Es prudente comentar que en muchas ocasiones se tomaba el comportamiento animal como alegoría y mensaje literal simultáneamente, por desgracia, nuestra mentalidad occidental nos impide llegar a tales niveles de abstracción.

Algunas piezas de la exposición que son evidencia de la reflexión egipcia sobre la naturaleza son: un escarabeo[15] que cumplía funciones ornamentales, dentro de la mística funeraria, pero, también fungía como amuleto para el difunto. Se compone por la figura ovalada de escarabajo y está acompañada por un par de alas multicolores de halcón. En realidad representa el renacimiento del difunto en el Más Allá, recordemos que se creía que el escarabajo pelotero surgía espontáneamente de esferitas de estiércol, por ello, era considerado sagrado y manifestación, irrefutable, del dios Ra. Las alas hacen referencia al contexto eterno del Mundo de los Muertos[16]. Otro ejemplo es la Estatuilla de dios-cocodrilo con cabeza de halcón[17], es una pieza especialmente significativa, dado que hace referencia al doble recorrido que hace el sol por el cielo: durante el día, por el Mundo de los Vivos, en forma de halcón e identificado con Horus; por la noche, en el Más Allá identificado con el reptil[18], manifestación del dios Sobek. Se hace referencia a la supuesta diversidad de la naturaleza que, a fin de cuentas, se traduce en la más perfecta unidad. La estatuilla proviene de un templo ubicado en Kom Ombo, en donde se veneraba a ambas facetas solares de forma independiente. Dentro de la Hélade, entre los pitagóricos, se desarrolló un concepto un tanto similar al expresado por la figura. Se decía que cada planeta del universo debía tener otro, ubicado al extremo contrario de este, para equilibrar su presencia y mantener la armonía cósmica[19]. Otro ejemplar que ilustra las concepciones egipcias es una bella estatuilla de bronce que muestra a un icneumón con disco solar sobre su cabeza[20]. El icneumón, al igual que otros seres, como el león, el babuino, el chacal o el genio Bes del que ya hablamos, eran considerados protectores del sol, encargados de aniquilar a sus enemigos nocturnos. A este pequeño animalito se le encomendaba acabar con Apofis, la serpiente gigante que se interponía en el recorrido de Ra por el cielo del Más Allá. La figura en cuestión es especialmente importante, dado que muestra al roedor, parado verticalmente, apoyado sobre sus patas traseras y manteniendo las delanteras en un acto que es muy similar al de la adoración u oración. Es posible que en algunos lugares del Egipto primitivo se haya tomado este gesto como inspiración para ciertos actos litúrgicos. En la exposición son varias las piezas consagradas al cocodrilo, ya se ha hablado del papel del reptil dentro de la mística egipcia, no obstante, quisiera comentar que hay una figura especialmente curiosa, una barca en forma de este animal, elaborada en cerámica[21]. Lleva en su interior al difunto que viaja al Más Allá, acompañado de diminutas figurillas que simulan momias y que fungen como remeros de la travesía funeraria. Lo más significativo es que es la pieza más antigua que se conoce cuyo tema es el cocodrilo sagrado. En ella se deposita esta concepción dual de las cosas, el reptil representa, como ya lo señalé, la oscuridad y la fase oculta del sol, pero, simultáneamente, hace referencia a la conexión que este animal tiene con el sol y con el poder de renacimiento que otorga al difunto en el Más Allá, manifestando, este objeto arcaico, la condición misteriosa y sagrada de la muerte.

 

Pude ver un par de figuras cuyo simbolismo cósmico es enorme, una está elaborada con fayenza esmaltada de color turquesa[22]. Estamos ante otro de los animales de valor “dual” para la mentalidad egipcia, el hipopótamo era, dentro de algunas tradiciones, el paradigma de la maldad y la encarnación del mismísimo Seth, por ello, el faraón solía salir de caza de estos animales como símbolo de fuerza y dominio sobre la adversidad. Empero, también era visto, desde otra perspectiva, como manifestación de la abundancia, la naturaleza, la fertilidad y la riqueza. Es bien conocida la diosa hipopótamo Tueris, protectora de la fertilidad y la maternidad; sus carnes eran la garantía de alimentación y prosperidad para la familia que se encontraba bajo su protección. En el caso particular de la figura que estamos hablando, que es un macho, notamos dibujadas en su lomo hojas de papiro, símbolo de la fertilidad, y el color turquesa de su piel hace referencia al efecto cromático que hacen las plantas cuando se reflejan en el agua. En este sentido, la pieza es una expresión incuestionable de la condición sagrada de vida que los dioses han impreso en el medio silvestre. Esta concepción de las cosas se acentuó especialmente durante el reinado de  Ajenaton (1353-1336 a.C.), dado que este faraón revolucionario se encargó de modificar sustancialmente la condición de aparente pluralidad de la religión egipcia[23], y ordenó que se adorase a un dios solar por encima de los demás (henoteísmo): Atón. Las convenciones artísticas también se vieron modificadas durante el lapso en que este rey ejerció el poder, así lo podemos ver en la iconografía plasmada en templos, palacios, esculturas y textos, notamos variantes sustanciales como la presencia de la familia real en conjunto alabando al dios sol. Con lo que respecta a la naturaleza “A través de las escenas bucólicas, el arte egipcio pretendía evidenciar la presencia terrenal de Dios. La fauna del desierto y el campo con flores y cereales, pájaros en el aire y peces en el agua expresan directamente la existencia de Dios.”[24] Es, sin lugar a dudas, la manifestación de un principio cosmogónico articulador de entes.

 La otra pieza en cuestión es una ranita elaborada en cristal de roca[25], el batracio tiene una significación muy extensa dentro de la teología antigua, parte de la cual ya se apuntó arriba. Esta estatuilla en particular es especial por el material con el que se hizo, dado que su transparencia la conecta directamente con el principio cosmogónico del agua, ya sea el Nilo, ya las aguas eternas del Océano Primigenio. Es la evidencia de adscripción a una de tantas teologías que existían en el antiguo Egipto, cada una de ellas obedecía a un principio ordenador distinto, cada una se consolidaba en torno energías específicas. Existía una orientada por el aire[26], otra por el pensamiento creador que se estableció por medio del verbo, y una tercera, como puede verse, por el agua.

 

 

          ت‌.      Ontología y conocimiento.

 

 

Si algún sacerdote egipcio leyera las cosas que se escriben sobre su cultura, en algunas ocasiones, se sentiría ofendido por la manera tan superficial en la que nos aproximamos a su forma de vivir, de creer y de pensar. En el presente apartado me valdré de conceptos occidentales para hablar acerca de uno de los mecanismos de interpretación de la realidad de la que hacían uso los antiguos. En primera instancia hemos de entender que para ellos un proceso podía ser comprendido de varias formas, su causalidad podía provenir de diversas fuentes, y era factible que entre ellas existiera cierta condición de contradicción o hasta exclusión, no obstante, y esto es lo que violenta nuestra “lógica”, podían ser todas válidas de manera simultánea. “El mundo moderno se encuentra dominado por la tendencia hacia la disyuntiva, hacia el dilema (esto o eso) que necesita descartar una de las alternativas posibles. En el antiguo Egipto, sin embargo, regía el pensamiento yuxtapuesto o copulativo (esto y eso) que admite más de una sola posibilidad.”[27] ¿Por qué crecen las plantas en suelo egipcio? Porque del sol emana magia y vida, porque las semillas germinan y cumplen un proceso natural, por la acción del dios Osiris, que entre sus muchas funciones se encuentra la de ser protector de las cosechas y la tierra, y por la acción mística del Nilo que actúa, junto con el sol, como uno de los dadores de vida más importantes de la nación. Todas estas explicaciones son válidas, para la mentalidad egipcia, de manera simultánea. En este sentido la interpretación del Ser se reviste de elementos distintos a los nuestros, cuando los egipcios se preguntaban ¿cómo conocemos? La respuesta los remitía a definir la esencia de las cosas, la interacción de los entes dentro de la realidad y, a trazar un plano complejísimo en donde diversas investigaciones filosóficas se entremezclaban, hoy en día las denominaríamos “áreas” de la filosofía (metafísica, ontología, epistemología) o ciencias. Es muy posible que en este esfuerzo por definir los distintos “orígenes” de las cosas, los egipcios no hicieran otra cosa más que definir el entorno de aquello que se investigaba, de plantear que los seres y las cosas están insertos en un contexto, más que permanecer independiente de éste; es posible que sintieran una inquietud muy grande por explorar el medio más que buscar respuestas sencillas y rápidas. Respecto a este particular hay un comentario que ilustrará lo señalado: “El arte plástico resuelve la presentación de la realidad sintetizando el aspecto frontal y de perfil de los seres y plasmándolos en una sola figura. De este modo, es capaz de ofrecer una imagen mucho más completa que la que una fotografía puede llegar a reproducir. A través de esta simulación tridimensional lograda con la combinación de las partes visibles y no visibles del motivo retratado se consigue reflejar una realidad virtual de manera dualista.”[28] Aquello en lo que los antiguos fijaban su atención era el producto, expresado en nuestras palabras, de la contradicción, para ellos era resultado de la interacción de diversos planos de existencia que se conjugaban. Por tal motivo en Egipto el dualismo era tan socorrido: Bajo y Alto Egipto, Mundo de los Muertos y Mundo de los Vivos, Noche y Día, Cuerpo y Alma, Macho y Hembra, Dios y Diosa, etc..... Modos para investigar el Ser: de donde brota, cómo interactúa con el nicho que lo soporta; estudios que conducían al conocimiento de la esencia de la Realidad.

 

          ث‌.      Historiografía

 

Una de las notas que hace al occidental sentirse orgulloso de su historia científica es la objetividad, o al menos la tendencia a ella, para determinar acontecimientos y fechas; curiosamente se descalifican otros modos de construir la historia aludiendo a su poca precisión y fiabilidad. No es mi intención sostener que los egipcios tenían una historia con las características de la nuestra, y quizá no les interesaba tenerla, lo importante que hay que comentar es que sí tenían una inquietud muy marcada por registrar con gran precisión nombres y acontecimientos, es posible que no lo hicieran muy sistemáticamente y más que todo buscaban conformar una tradición mística que evidenciara la presencia del pueblo “amado por los dioses” dentro de la tierra y que, el día del juicio universal, según lo manejaban algunas teologías antiguas, los inmortales tuvieran elementos para valorar los actos de sus hijos predilectos. Ese deseo por registrar concienzudamente las cosas podemos encontrarlo en tumbas, estelas de palacios, papiros de diversa clase o inventarios. Hemos de decir que no siempre se tendía a la verdad factual en lo plasmado y que se exageraba no en pocos casos, principalmente en cuestiones genealógicas o en la datación antiquísima de ciertas estirpes. Existen ejemplos de ello dentro de la exposición, uno de los más significativos es un árbol genealógico de un sacerdote llamado Ankhefensekhmet en donde se hace datar su linaje a ¡60 generaciones atrás! Para dar veracidad a los datos vertidos se hablan de algunos faraones que gobernaron durante algunas generaciones de sus antepasado así como el servicio que éstos prestaron a los soberanos[29]. Curiosamente la biografía era incorporada a la historia sagrada de un pueblo sagrado entero. Mientras más ilustres eran los hijos de Egipto, mayor trascendencia adquiría el pueblo en su conjunto. En este caso se encuentran: i) Estatua cuboidal del sacerdote Bekenkhons[30], en cuya parte frontal se describe la historia personal de este hombre quien pasó de ser militar a convertirse en un sacerdote tan importante que se le concedió el cargo de Sumo Sacerdote de Amón en Karnak, durante el reinado de Ramsés II. ii) Estatua cuboidal de Senenmut[31] que muestra a un sacerdote sentado con las piernas encogidas y entre la cabeza del personaje y sus rodillas se encuentra la cabecita de la princesa Nofru-Ra, de quien fue tutor. Senenmut ostentó varios cargos de especial relevancia entre los que se encuentran: Mayordomo de la Reina Hatshepsut y Jefe de Construcción de su tumba en Deir el-Bahari. iii) Estela del visir Rahotep[32], en ella se representa al funcionario manifestando su lealtad al faraón Ramsés II: “Loa a ti, Ramsés, oh gran dios, que escuchas los rezos de la humanidad.”[33] iv) Estela con frontispicio piramidal de Seba[34] , gracias a esta pieza podemos percatarnos de algunos aspectos de la vida sacerdotal en el antiguo Egipto. Seba quien era Escriba del Tesoro del Dios Ptah y Escriba de la Contabilidad de Ofendas del Dios Ptah, tenía a su cargo la administración y registro de las propiedades del templo consagrado a este inmortal. v) Vértice piramidal de Neb-Ra[35], en él se habla de los ritos funerarios con los que se enterró a Neb-Ra, funcionario del templo de Atón en Tell el-Amarna durante el reinado de  Ajenaton. Gracias a las inscripciones es posible ver que los ritos vinculados con la muerte no cambiaron significativamente durante el reinado del faraón sol. Estos son algunos de los muchos casos en los que, mediante la historia personal de un individuo, puede llegar a comprenderse la historia colectiva de un pueblo. Mediante el estudio de este tipo de registros es posible percatarse que en el esfuerzo historiográfico de los antiguos por “registrarlo todo” estaba implícita una filosofía de la historia en donde se trazaba, mediante fechas, nombres y lugares, la línea de la vida de un pueblo sin tiempo a quien le pertenecía exclusivamente la revelación divina y cuyo destino era el encontrarse con los directores de su destino: los dioses. Conceptos tales como la evolución, la renovación tecnológica o la democracia nada valían para ellos; por el contrario, la antigüedad como rasgo de calidad de sus actos, tradiciones y personajes más importantes era un aspecto que los hacía apegarse a lo sagrado. Así, pues, era la forma en que los egipcios daban sentido a su presencia colectiva dentro del mundo.

 

OBSERVACIONES FINALES.

Es importante extirpar de nuestras mentes una serie de prejuicios historiográficos para la conformación de un recuento serio de las ideas del hombre. Es significativo que en México, un país en el que tanto se habla de las etnias y grupos prehispánicos no existan más de dos centros de investigación, en todo el territorio, en donde se cultive la historia de la filosofía de aquellos. Nunca he sabido que una universidad mexicana imparta una asignatura como Filosofía Maya, por ejemplo. Si así se le ignora de manera categórica a lo propio, teniendo los recursos materiales para emprender una verdadera cruzada educativa, ¿Qué puede esperarse del pensamiento egipcio? En nuestro país hacen falta egiptólogos, al igual que especialistas en muchas otras áreas. Empero, la formación de personal académico en este renglón mejoraría significativamente la enseñanza de temas vinculados con Roma y Grecia. Personalmente he sido testigo de un par de casos en el que jóvenes estudiantes tienen un apasionado interés por los egipcios y deben reprimirlo por ser casi imposible obtener una beca para ir a estudiar a otros países. Y aún si lo logran ¿Podrían laborar en alguna universidad mexicana? La exposición egipcia puso de manifiesto el hambre de conocimiento que tienen muchas personas; es importante señalar que un pequeño porcentaje de los asistentes acudieron con interés científico legítimo, buscando saber más de una nación muy antigua y no tratando de encontrar la relación entre los faraones y los extraterrestres.... De entre esos espíritus inquietos no todos eran académicos, con ello puede verse una iniciativa real por instruirse, este es el tipo de necesidades que hay que cubrir con generosidad. No es la primera vez que vienen a México exposiciones de gran envergadura, ya antes tuvimos por aquí pinturas de la escuela flamenca, objetos personales de Alexander von Humboldt o piezas arqueológicas de la Magna Grecia; por desgracia no se producen libros o videos que se difundan por todo el territorio mexicano para que más ciudadanos tengan acceso a tales piezas. Para quien no tenga muy clara la geografía de México he de decirle que la capital, México D.F., se encuentra en el centro, quienes viven en el extremo sur han de viajar entre 1000 y 1300 kms. para llegar a la “Ciudad de los Palacios”, como la bautizara von Humboldt. Quienes vivimos al norte debemos emprender una travesía similar. A pesar de los esfuerzos de algunas autoridades por fortalecer la cultura de los mexicanos es materialmente imposible para muchos trasladarse hasta un punto tan distante, una solución sería, como ya se dijo, difundir por medios accesibles a todos el conocimiento precioso que viene de otros países. El otro es descentralizar la cultura, ciertamente en otras ciudades que no son la capital no existe la infraestructura para darle cabida a exposiciones tan importantes, sería muy conveniente trabajar en este sentido. De cualquier forma he de confesar que las imágenes de la exposición me las llevaré conmigo hasta la Sala de las dos Maat, fue una experiencia inolvidable.



[1] Chihuahua, extremo norte de México (1973). Candidato a doctor en Historia de la Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, actualmente se ha concluido por completo la tesis Influencias egipcias dentro de la medicina hipocrática del siglo IV a.C.. Desde 1997 se estudia la relación que existe entre la filosofía egipcia y el pensamiento griego de la antigüedad. Se han publicado varios artículos e impartido diferentes conferencias sobre este particular. Miembro de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina y de la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos. Profesor de Historia de la Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Últimamente se publicó un libro titulado Poesía, Filosofía y Sabiduría, enfocado en el estudio de la vinculación entre la Hélade y el Oriente antiguo. En 2002 se publico La poesía órfica y la sabiduría antigua. (ambos libros han sido editados por CONACULTA-ICHICULT). El artículo que a continuación se presenta fue redactado en julio de 2005.

[2] La expositora fue la entusiasta Gabriela Arrache Vértiz, participando con un par de trabajos La mujer y la vanidad en el antiguo Egipto y Las momias y su destino; impartidos durante el mes de mayo en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún del propio Museo de Antropología.

[3]Sobre esta exposición se ha hecho un libro: O   KOSMOS    THS  AIGUPTOU,  STO  EQNIKO  ARCALOGIKO   MOUSEIO  Upourgeio  Polistismou  Ellhniko  Tmhma.   Aqhna, 1995. [Edición bilingüe griego contemporáneo-inglés, traducción de Alexandra Doumas]. Sugiero la referencia para el interesado.

[4] Faraón, el culto al Sol en el antiguo Egipto. CONACULTA-INAH. México, 2005. –Además de su calidad iconográfica, la obra contiene un estudio muy interesante escrito por Alfred Grimm acerca de las relaciones erróneas que algunos eruditos de los siglos XVI-XVIII establecieron entre los egipcios y los aztecas. –A manera de aclaración es importante señalar que muchos extranjeros piensan que el grupo étnico precolombino más importante y con mayor desarrollo en México fue el de los aztecas, esto es falso y obedece quizá a cuestiones de la política interna centralista de nuestra país. Hay grupos importantísimos como los mayas, toltecas, zapotecas, totonacas, raramuri, pimas, michoacanos......... de los que poco se habla en círculos ajenos a especialistas en el tema.

[5] El interesado en investigar más sobre el pensamiento filosófico egipcio puede recurrir a varias fuentes elementales de información: 1) Bernal Martín: Atenea Negra. Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica. Crítica. Barcelona, 1993. [ Traducción de Teófilo de Lozoya ], 2) Frankfort, H.A. Wilson J.A., Jacobsen T.: El pensamiento prefilosófico I, Egipto y Mesopotamia. F.C.E. México, 1993. [ Traducción de Elí de Gortari], 3) Herodoto: Historias, II. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Barcelona, 1971. [Edición Bilingüe griego-castellano, traducción de Jaime Berenguer Amenós ], 4) Parain Brice: Historia de la Filosofía I, el pensamiento prefilosófico y oriental (Egipto, Mesopotamia, Palestina, India, China). Siglo XXI. México, 1971. [Traducción de María Esther Benítez, Santos Juliá, Gregorio Morán y Román Oria]. 5) Porfirio: Sobre la abstinencia. Gredos. Madrid, 1994. [Traducción de Miguel Períago Lorente], y del mismo autor 6)Vida de Pitágoras/ Argonáuticas Órficas/ Himnos órficos. Gredos. Madrid, 1987. [ Traducción de Miguel Períago Lorente]. De mi autoría “Propuesta para un curso de Filosofía Antigua” www.lacavernadeplaton.com, enero de 2004 y Poesía, Filosofía y Sabiduría CONACULTA-ICHICULT, Chihuahua, 2005.

[6] Los sacerdotes en el Antiguo Egipto, p. 32.

[7] Elaborada aproximadamente en el 700 a.C., pertenece al Museo Egipcio de Berlín, cat. 15, sus dimensiones son 43x20x16 cms. El soporte en el que está hecho es piedra caliza.

[8] Perteneciente a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, cat. 38, elaborada en el 1800 a.C. aproximadamente, sus dimensiones son 4x18x6.4 cms.. Los materiales con los que se manufacturó son cobre y electro (75% oro y 25 % plata).

[9] II, 69,1.

[10] Perteneciente a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, cat. 31, data del Período Ptolemaico, sus dimensiones son: 18.5x11.5x8 cms.. Elaborada en bronce.

[11] Así podemos notarlo en dos piezas de cerámica muy peculiares, un par de vasijas en forma de Bes que servían para albergar vino y que estaban consagradas a Hathor, la “Señora de la embriaguez”. Una de ellas mide 51x22 cms., perteneciente al Museo Egipcio de Berlín, cat. 29, datada en el 1360 a. C., aprox.. La segunda es propiedad de la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, cat. 30, sus dimensiones 62.5x27 cms..

[12] Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto, p. 73.

[13] II, 65, 2.

[14] Con el paso de los siglos, lo teólogos de Tebas substituyeron a la última pareja como Amón y
Amonet con el objetivo de darle más antigüedad, y con ello más fuerza, al culto de este dios. –Elisa Castel comenta acerca de la Ogdoada Hermopolitana: “....son elementos inmateriales, vinculados para expresar un proceso concreto, el nacimiento del verdadero creador del mundo ordenado: Ra.... Realmente son manifestaciones de Thot que se encuentra en la cabeza de este escenario para la aparición del disco solar.” Egipto, signos y símbolos de lo sagrado, p. 275.

[15] Fechado aproximadamente en el año 600 a.C., perteneciente al Museo Egipcio de Berlín, cat. 10. La pieza fue elaborada con oro, vidrio y piedras semipreciosas, sus dimensiones son 2x14.2x1.5 cms..

[16] Ya como medio de transporte a un mundo etéreo que está por encima de las convenciones de los mortales, ya como símbolo que conecta al culto solar con la mística que sostenía que la vida y el alma provienen del aire, las alas tenían una significación muy importante en Egipto. Diversas divinidades antiguas, aún sin ser egipcias, estaban representadas bajo la forma de aves o como seres alados, resaltando con ello su conexión con el aire en tanto que elemento sagrado. En este contexto podemos ubicar ciertas teologías y mitos babilonios, algunas teologías órficas, ciertos pitagóricos y hasta un par de tratados hipocráticos. Igualmente ha de mencionarse que Las Aves de Aristófanes expone mucho de esta creencia religiosa sobre el aire.

[17] Elaborada en fayenza (loza vidriada), perteneciente al Museo Egipcio de Berlín, cat. 23, datado entre el 700-600 a.C. Sus dimensiones 5.5x21.3x4 cms..

[18] Existían otros animales que simbolizaban la parte “nocturna” del sol, tal es el caso de la mangosta. En la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich podemos encontrar un par de piezas de este tipo, ambas elaboradas en bronce y datadas entre el 700-400 a.C.: una, cuyas dimensiones son 5.7x19x4.7 cms., cat. 24. Otra, clasificada con el número 25, sus dimensiones son 6x17x4 cms..

[19] Cf. Aristóteles, Sobre el cielo, B 13, 293a 18.

[20] Pertenece al Museo Egipcio de Berlín, data del 600 a.C. y está clasificada con el número 99.

[21] Data del año 3300 a.C., sus dimensiones son 12x45.5x9.5 cms., pertenece a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich.

[22] Perteneciente al Museo Egipcio de Berlín, datada en el 1800 a.C., sus dimensiones son 9x10.8 cms.

[23] Este no es el espacio para discutir las características esenciales de la religión egipcia, no obstante, me gustaría comentar que Ajenaton intenta una aparente transformación de la forma de pensar de su pueblo; en realidad hemos de entenderlo como un reformador político más que religioso. Se ha hablado de la unidad en la multiplicidad que los egipcios empleaban como engranaje esencial de sus creencias, quizá estemos ante un monoteísmo inconsciente. El faraón del sol se abocó a quitarle el poder, cosa que no logró del todo, a grupos sacerdotales que servían como contrapeso del poder real. En este sentido hemos de entender, según mi interpretación de las cosas, el papel de este soberano.

[24] Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto, p. 120.

[25] Perteneciente a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, cat. 145 y datada en e l 3100 a.C..

[26] Dentro de la exposición pueden encontrarse algunas piezas muy interesantes en donde se entremezclan conceptos políticos y cosmogónicos vinculados con el aire, existen algunos relieves en donde se puede notar que del disco solar emergen multitud de rayos, indicando el poder mágico del astro, algunos de ellos terminan con una mano, esta a su vez porta el símbolo sagrado de la vida, el anj, y es colocado frente a la nariz del faraón. Este es un caso del aire-vida-inicio del universo. Las piezas aludidas son: Relieve de Templo: Akhenatón bajo los rayos de Atón, (perteneciente a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, data del 1350 a.C., hecho en piedra caliza, cat. 78, mide 19.3x26 cms), o Fragmento de altar: Akhenatón entrega ofrendas a Atón, (Pertenece al Museo Egipcio de Berlín, cat. 86, elaborado en pieza caliza, sus dimensiones son: 13.8x15.6, se le ha datado en el 1345 a.C.).

[27] Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto, p. 171.

[28] Ibid.

[29] La pieza pertenece al Museo Egipcio de Berlín, cat. 107, elaborada en piedra caliza, datada entre el 1075-945 a.C., sus dimensiones son 45x90 cms..

[30] Perteneciente a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, cat. 103, data del 1320 a.C., encontrada en Tebas y elaborada en piedra caliza. Sus dimensiones son 138x61x86 cms..

[31] Propiedad del Museo Egipcio de Berlín, cat. 105, elaborada en granito, data del 1475 a.C., sus dimensiones son: 104x59x74 cms..

[32] Perteneciente a la Colección Estatal de Arte Egipcio de Munich, data del 1250 a.C., cat. 65, elaborada en piedra caliza. Sus dimensiones son: 95x64x18 cms..

[33] En la estela hay un ícono que es especialmente interesante, justo detrás del faraón hay un pilar en donde están inscritas cuatro orejas, dispuestas verticalmente, ello para enfatizar la buena disposición del soberano para escuchar a aquellos que se acercan a él.

[34] Propiedad del Museo Egipcio de Berlín, cat. 52, elaborada en piedra caliza, data del 1150 a.C., hallada en Menfis, sus dimensiones son: 133.5x62.5x16.5 cms..

[35] Piramidión elaborado en piedra caliza, datado en el 1340 a.C., perteneciente al Museo Egipcio de Berlín, cat. 50, sus dimensiones son: 25x30x30 cms.

 
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