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        06/02/06
 Entrevista
      al Egiptólogo Marcelo Campagno
       "La historia antigua no es superflua"
        
         El
        Estado nació en Egipto, cuando ante el progresivo aumento de la sequía
        en el Sahara las tribus nómades empezaron a emigrar hacia las orillas
        del Nilo y a armar allí los reinos que rematarían en un gran imperio.
        Todo esto ocurrió hace muchísimo tiempo, y la arqueología y la
        reflexión lo sacan a la luz.–Bueno,
          por qué no me cuenta qué hace de su vida.
 –Soy doctor en historia por la Universidad de Buenos Aires,
          secretario del Instituto de Historia Antigua Oriental de la
          Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet. Trabajo en la
          Cátedra de historia antigua 1 de la Facultad de Filosofía y Letras
          de la UBA.
 
 –¿Qué hace un egiptólogo en la Argentina?
 
 –La palabra egiptólogo suena a algo raro y esotérico, pero dista
          mucho de ser eso. Es un tipo que piensa en el pasado a partir de
          algunas formas especiales que se dieron en el pasado. A mí me
          interesa salir de esa idea de que la historia antigua es superflua. Se
          valora demasiado la historia argentina y se le resta importancia al
          resto. “Como si los argentinos sólo pudiéramos hablar de estancias
          y no del universo”, diría Borges. El universo no es sólo de los
          europeos sino nuestro también. Pensar en la historia antigua es una
          actividad intelectual interesante, y ése es el trabajo de un egiptólogo:
          pensar cómo funcionaba una sociedad distinta a la nuestra.
 
 –Pero lo que yo decía es que el problema de la lejanía de
          la evidencia existe.
 
 –Sí, eso es cierto. Incluso un arqueólogo egipcio, que trabaje en
          Egipto, conoce poco: su lugar y nada más, el resto debe verlo en la
          bibliografía. Entonces es una dificultad relativa. El punto es el
          siguiente: en Argentina no vamos a ser nunca los mejores arqueólogos
          egipcios, pero la batalla en el plano teórico, de interpretación y
          de las ideas se puede dar, y se puede dar bien. Las cosas que tenemos
          para decir los argentinos no son de segunda.
 
 –Bueno, por qué no me cuenta cuál es su tema de
          investigación.
 
 –Mi tema central de investigación es la aparición del Estado.
          Egipto y Mesopotamia son las dos regiones donde aparecen primero
          organizaciones sociales de tipo estatal.
 
 –¿Y China?
 
 –China es posterior.
 
 –¿China es posterior?
 
 –Sí, la aparición del Estado en China se da en torno al segundo
          milenio antes de Cristo, en cambio en Egipto es de finales del cuarto:
          entre el 3500 y el 3000 A. de. C. tenemos tanto en la Mesopotamia como
          en Egipto las primeras organizaciones estatales.
 
 –¿Antes de eso qué había?
 
 –Para el quinto milenio A. de C...
 
 –Qué lejano suena eso...
 
 –Y, sí. Tenemos comunidades que comienzan a hacerse sedentarias,
          que pasan de ser cazadoras y recolectoras a ser agrícolo–ganaderas:
          lo que se suelen llamar tribus.
 
 –Ubiquemos un poquito: en el quinto milenio A. de C., o sea
          más de cinco mil años antes de nuestra era, la franja del Nilo era
          mucho más ancha que ahora. Hay una influencia tribus de adentro del
          Sahara que migraban por la sequía, o algo así. ¿Cómo es esa
          historia?
 
 –Hasta el sexto milenio antes de Cristo la situación climática era
          bastante distinta a lo que es ahora. El actual desierto del Sahara no
          era tal, sino que era probablemente una especia de sabana, había
          muchos más animales, vegetación y población humana, la composición
          social era distinta. El Nilo, por supuesto, seguía siendo una zona
          verde que podía interactuar con todo el norte de Africa. A partir del
          sexto milenio empieza a haber un decrecimiento de la humedad; las
          zonas se empiezan a secar, y empieza a haber cierta concentración
          poblacional hacia el Nilo, ya que éste conserva todavía humedad,
          vegetación.
 
 –¿En Egipto tenemos los dos reinos?
 
 –La imagen tradicional supone esta idea de que hay un reino en el
          Sur, el del Alto Egipto y un reino en el Bajo Egipto, en el Norte, que
          entran en guerra y de la cual resulta que el sur conquista al norte,
          unificándose. En realidad desde hace muy poco tiempo esa teoría
          empezó a deshacerse, especialmente porque no hay en el norte, lo que
          sería el Bajo Egipto, evidencias arqueológicas que indiquen que hubo
          ahí algo similar a lo que se advierte arqueológicamente en el sur:
          no se encontraron enterramientos con grandes riquezas, ni santuarios
          funerarios. En los últimos años las posiciones teóricas afirman que
          debieron haber aparecido pequeños estados en el sur de Egipto que se
          habrían unificado entre sí y que luego habrían avanzado
          territorialmente hacia el norte. Lo importante es preguntarse qué
          significa lo estatal en el inicio.
 
 –¿Y qué significa?
 
 –Depende de la posición teórica de cada investigador. Si se parte
          de una posición marxista se busca un estado con características
          específicas, si la posición es weberiana se verán otras. Mi posición
          se basa en
 
 lo que Weber llamaba “monopolio legítimo de la coerción”. Esto
          significa que haya un sector reducido de la sociedad que tenga la
          capacidad de imponerle su voluntad al resto de la sociedad, pudiendo
          hacerlo porque dispone del monopolio de la fuerza.
 
 –El Estado.
 
 –Sí. En las sociedades no estatales puede haber un jefe, cierta
          diferenciación social, pero no existe el poder que otorga el
          monopolio legítimo de la fuerza. En términos antropológicos son
          sociedades de jefatura, sociedades donde mayormente existe una relación
          de parentesco y alguna figura de liderazgo. Por decirlo de algún
          modo, el jefe es el primero de la aldea, que se destaca por algo en
          particular y que puede llegar a lograr que su hijo lo suceda. Un buen
          ejemplo de tribus son las latinoamericanas, digamos las que vivían en
          el territorio argentino previo a la expansión del Estado y la
          conquista.
 
 –Y exterminio.
 
 –Sí. Fíjese que en esas tribus los líderes no disponen del
          monopolio legítimo de la coerción. Los jefes actúan de acuerdo a
          las tradiciones y a las normas que da el parentesco.
 
 –Volviendo a Egipto.
 
 –En la segunda mitad del cuarto milenio, del 3500 en adelante
          comienzan a extenderse los bienes de prestigio, bienes que provienen
          de otras regiones y que son demandados por los jefes para ostentar su
          resonancia social. Una idea un poco ilustrativa: cuando los españoles
          cambiaban plata por espejitos de colores, lo común es pensar que engañaban
          a los indios. Pero desde el punto de vista del indígena, los
          espejitos de colores eran más valiosos que el oro, porque el oro lo
          disponían en abundancia y los espejitos de colores eran como caídos
          de la luna. Para ellos era un símbolo de ostentación que los hacía
          distinto al resto. Estos bienes comienzan a aparecer en los entierros.
 
 –En Egipto...
 
 –... el más paradigmático de todos es el lapislázuli, la piedra
          azul, que las únicas minas de la antigüedad quedaban en Afganistán.
          No se supone que haya habido un comercio con Egipto. Y acá se pueden
          articular tres líneas de pensamiento que venimos manejando (la de los
          bienes de prestigio, de la guerra y la de la existencia de líderes).
          En torno de los bienes de prestigio hay algo interesante. Hay una
          demanda permanente, porque se entierran con uno. Entonces no hay
          mayores problemas, porque se van robando entre ellos y siempre hay
          demanda. Pero si pensamos que el resultado de las guerras va a ser una
          organización sociopolítica donde unos mandan y otros obedecen,
          entonces debemos concluir que en determinado momento se tuvo que haber
          generado otra cosa, que el simple robo recíproco.
 
 –Entonces, la línea que usted maneja es la de la construcción
          de pequeños estados a través del intercambio de bienes de prestigio.
 
 –Exacto, a través del intercambio y de la disputa. Hay excedentes a
          nivel de las sociedades de jefatura, pero es una producción que no
          genera necesariamente la aparición del monopolio de la producción
          porque se siguen rigiendo por lazos de parentesco que evitan que se le
          imponga una voluntad coercitiva. El Estado, cuando emerge, potencia la
          posibilidad de producción de excedentes. El ciclo de producción,
          antes, no intentaba producir grandes excedentes sino cumplir con las
          necesidades básicas de productores y jefes. Cuando ya están
          cumplidas, se detienen.
 
 –Claro, porque son nómades. No necesitan excedente. Incluso
          el excedente es una molestia, algo más que transportar.
 
 –No es requisito que sean nómades. Hasta las sociedades sedentarias
          detienen el ciclo de producción cuando están satisfechas las
          necesidades.
 
 –¿Cómo es eso?
 
 –No se sigue trabajando. En las sociedades no estatales no hay una lógica
          de maximización de las ganancias. Se trabajaba mucho menos que en la
          nuestra. Con cuatro o cinco horas diarias bastaba. Cuando aparece el
          Estado, entra en escena el tributo y la lógica cambia.
 
 –¿Se dio en algún momento un tipo de Estado burgués?
 
 –Sería un poco forzado interpretarlo como burguesía. Se puede
          interpretar que hay comercio, pero los mercaderes están vinculados
          con la esfera del palacio o de la institución estatal. El comercio
          extraestatal es de muy poca escala. Nunca son completamente
          independientes. El monopolio legítimo de la fuerza no es debido a la
          ley escrita, porque en Egipto no hay ley escrita. El concepto de
          legitimidad es distinto de la legalidad. Lo legítimo puede no ser
          legal y lo legal puede apartarse de lo legítimo.
 
 –Bueno, ¿qué es lo legítimo en Egipto?
 
 –Lo que es socialmente aceptado y no resistido permanentemente. Si
          no fuera aceptado sería un poder fáctico, algo así como “te parto
          la cabeza mientras tenga la posibilidad”. En Egipto el rey era un
          dios, no un representante del dios sino un dios él mismo. Eso, por
          supuesto, legitima aún más las cosas. Entonces legitimidad es una
          combinación entre representaciones compartidas, procesos de
          legitimación del Estado y uso de la fuerza.
 
 –¿Y la religión qué papel juega en todo esto?
 
 –Paralelamente a estas líneas de investigación, se estudia cómo
          se advierte el mundo de los dioses egipcios en los relatos que hay
          sobre ellos. Horus y Seth son los dos grandes dioses que se pelean por
          la realeza en Egipto. Horus es halcón y rey, y Seth es su tío y el
          asesino de su padre, Osiris. La mitología de estos dos dioses resume
          la disputa por el poder. Si bien algunas veces se habla de guerras o
          de combate cuerpo a cuerpo entre los dioses, uno de los mitos se
          resuelve a nivel judicial. Se presentan ante un jurado de dioses
          egipcios (la Enéada) donde cada cual plantea sus argumentos de por qué
          tiene que ser rey. La Enéada favorece a Horus porque es el hijo de
          Osiris, lo cual demuestra que aun el parentesco es decisivo. Sin
          embargo, Seth rechaza los veredictos y propone hacer una competencia
          para demostrar quién es más fuerte. La Enéada lo acepta. Entonces
          inevitablemente surge preguntarse: ¿Qué clase de jurado es éste que
          no puede imponer un veredicto?
 
 –Algo parecido seguramente a lo que pasaría en las
          sociedades no estatales.
 
 –Claro, si uno ve etnográficamente cómo se resuelven conflictos en
          las sociedades no estatales pasa algo parecido. Como no hay Estado,
          como no hay alguien que pueda imponer el veredicto, hay que negociar.
          Y la negociación puede ser eterna porque no hay nadie que tenga la
          capacidad de decidir.
 
 –¿Cómo se resuelve el relato entonces?
 
 –Al final interviene el propio Osiris, que es el rey que ha sido
          asesinado, pero que como es un Dios ahora es el Dios de los muertos, y
          dice: “O le dan la realeza a mi hijo Horus, o les voy a mandar un
          mensajero que va a arrancar los corazones a los que no hacen lo que
          deben hacer”. Y ahí cambia todo: la misma Enéada que hasta ese
          momento no podía imponer nada, manda a traer encadenado a Seth, le
          exige que acepte el veredicto, y él lo acepta sin inconvenientes. Hay
          un cambio de lógica: apareció el Estado.
 
 Informe: Nicolás Olszevicki. Fuente: Página 12.
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