Egiptomania.com, es un portal de Egiptologia en el que puedes encontrar amigos interesados en el antiguo Egipto, sus faraones, piramides, tumbas, momias, escritura jeroglifica, mitologia, ciencia, historia, arte o geografia, y ademas puedes inscribirte en su lista de distribucion de correo y recibir constante informacion sobre Egiptologia.El per-djet como precedente del sekhet-hetepArte egipcio

 

EL pr-Dt EN LAS TUMBAS PRIVADAS DEL IMPERIO ANTIGUO

Y COMO PRECEDENTE DEL sxt-Htp DE LOS TEXTOS DE LOS ATAÚDES

 

Si nos ceñimos a los documentos administrativos que han llegado hasta nosotros, el pr-Dt (per-djet) (ver fotografía), literalmente “el dominio del cuerpo” o “dominio personal”, puede ser definido como la remuneración otorgada por el rey al buen funcionario por sus servicios prestados y que está formado por campos, ganado y trabajadores.

La iconografía de las mastabas de los particulares del III milenio a.C. (ver fotografía) nos revela cómo este per-djet real se convierte en un espacio ideal y atemporal fruto de un programa decorativo absolutamente canonizado cuyo fin último consiste en mostrar las cualidades de un buen gobernante y administrador quien, al igual que el rey, colabora en el mantenimiento de la maat.

Los bienes que conforman el patrimonio privado de un funcionario de esta época no puede sernos revelado a través de la iconografía ni de la epigrafía de las mastabas. Si bien es cierto que en ellas encontramos elementos reales que deben ser tenidos en cuenta a la hora de saber, por ejemplo, cómo estaba conformado el panorama rural en el Egipto del Imperio Antiguo, no es menos cierto que todas las manifestaciones que encontramos en una tumba, desde las escenas representadas hasta la estatuaria, responden a un programa ideológico muy concreto que no permite su interpretación como una copia fiel de la realidad, sino como una evocación de ciertos aspectos de la misma, lo que nos lleva indefectiblemente a plantearnos su  estudio teniendo como referencia obligada los datos que nos ofrecen las fuentes administrativas y realizando un análisis “interno de la fraseología que acompaña y describe a las escenas a la luz de criterios cronológicos y del contexto administrativo y político de la época en que fueron compuestas”.

LA TUMBA EN EL IMPERIO ANTIGUO

Deberíamos, por tanto, preguntarnos en primer lugar por la tumba en sí misma y el programa decorativo que contiene y qué es aquello que lo motiva.

Tradicionalmente, y aun en la actualidad, se ha tendido a ver las tan, a primera vista, naturalistas escenas de las tumbas (ver fotografía) como representación real de la vida terrena que llevaba el difunto, de manera que a la epigrafía acompañante a estas escenas se les daba un excesivo valor documental e histórico. Actualmente hay una tendencia, quizá excesiva, a considerar la totalidad de los elementos como un símbolo o un conjunto de símbolos a los que hay que ofrecer una explicación fundamentalmente basada en conceptos mitológico-religiosos o explicables única y exclusivamente desde la posición que tomaría el difunto al iniciar su camino hacia el más allá y su recompensa final.

Ambas concepciones son erróneas en sí mismas y metodológicamente reprochables, aunque más la primera que la segunda. Lo interesante y lo correcto a la hora de interpretar los textos y escenas que integran el programa decorativo de la tumba, consiste en cotejar lo que en ella se describe con los documentos, fundamentalmente administrativos, que han pervivido hasta nuestros días. De otra forma nunca podremos comprender la realidad de la sociedad egipcia en cada momento concreto de su historia.

Si atendemos y entendemos correctamente las características cruciales del arte egipcio en general y de la decoración en las tumbas en particular, evitaremos, indefectiblemente, convertir sus manifestaciones en realidades absolutas consiguiendo un reflejo real y no distorsionado de la sociedad egipcia, obligándonos siempre a tener presentes otros medios de conocimiento no mediatizados. De esta forma, debemos tener siempre presente:

1.- Que imagen y texto (ver fotografía) conforman una unidad, un todo, que no debe ser separado a la hora de su interpretación. Y, ni una sola imagen debe ser separada del contexto de la escena, ni ambas de los textos que las acompañan.

2.- Que los textos e imágenes estaban absolutamente estandarizados por quedar sometidos a un estricto decoro, que no da pie a licencias al artista, quedando restringidos los repertorios a ser utilizados. Esta estandarización, junto con la evitación de la individualidad en todas las manifestaciones artísticas y textuales, permite que las tumbas puedan ser usurpadas sin prácticamente mayor esfuerzo que modificar los nombres y títulos del titular de la misma y de sus familiares.

3.- Que las tumbas pertenecen a una élite, a una capa social o grupo de personas que no llegan a alcanzar el 5% de la total población del país, lo que hace que aquéllas sean consideradas un medio de representación y de transmisión de los valores de esa élite que gobierna aquél.

Junto a estos principios es importante tener en cuenta dos factores:

1.- En primer lugar, las tumbas eran edificios de carácter, podríamos decir, cuasi públicos, siendo visitadas por familiares y numeroso personal dedicado a su mantenimiento, lo que permite que ese programa ideológico, al que aludíamos, trascienda las fronteras de mundo funerario para llegar a tener una repercusión social.

2.- y, en segundo lugar, estas tumbas reproducen, en cierto modo, el modelo de los templos de culto reales (ver fotografías), aunque el marco al que se adapta la iconografía e ideología real, se reduce al propio entorno del funcionario en donde él también contribuye, a su modo, al mantenimiento de la maat.

En resumen y, citando a Moreno García, “la tumba egipcia era un conjunto coherente de textos e imágenes estandarizadas y dotadas de un sentido unitario”.

EL PER-DJET EN LAS TUMBAS PRIVADAS DEL IMPERIO ANTIGUO

Así, el per-djet del difunto se integra en ese conjunto constituyendo un espacio atemporal en donde se desarrolla toda la acción del titular de la tumba, espacio que no puede ser localizado con precisión geográfica, pero que “comprende todos los elementos característicos del paisaje egipcio” hasta el punto de constituir una imagen en miniatura de Egipto, de manera similar a lo que ocurre con los ataúdes del Imperio Medio, los cuales, según Willems, simbolizan el palacio del difunto de manera que el propio ataúd se convierte en una miniatura del universo, ocupando el difunto una posición central en este microcosmos, lo que puede ser interpretado como una forma de mostrar su gobierno y su papel como dios creador”. 

Ese Egipto en miniatura, ese per-djet del difunto comprende:

1.- los tres medios físicos fundamentales de Egipto, es decir, el valle, o tierras ribereñas del Nilo en donde el titular de la tumba lleva a cabo sus actividades agrícolas y artesanales; el fluvial, es decir, el Nilo, en donde pesca o realiza otras actividades lúdicas como pasear en un bote de papiro, y el desierto, en donde caza.

2.- los hwwt, los njwt, el ganado y los dominios que producen las ofrendas para su tumba, que se encuentran en el Alto y en el Bajo Egipto, es decir, el conjunto del país. 

Es en este espacio y en este ámbito, en su per-djet ideal, en donde el difunto asegura la prosperidad actuando conforme la diligencia de un buen funcionario y administrador, y manteniendo así la maat mediante su servicio prestado al soberano y al pueblo, exprimiendo los textos que acompañan a las imágenes la idea de paz, prosperidad y armonía.

Es este paraíso bien administrado el que se muestra en las imágenes que vemos del per-djet eterno y canónico, de manera que devendrá en el precedente del sxt-Htp (sekhet-hetep) o “Campo de los Bienaventurados” o “de las ofrendas” de los posteriores Textos de los Ataúdes (ver fotografía). El sxt-Htp durante el Imperio Antiguo está limitado exclusivamente a la persona del rey, tal y como podemos ver en los Textos de las Pirámides y no es hasta el Primer Período Intermedio cuando encontramos el concepto en entornos privados.

Este sxt-Htp de los Textos de los Ataúdes, está conformado por “elementos diversos del paisaje rural egipcio”, al igual que el per-djet ideal de las tumbas y, de la misma forma que éste en relación a los “dominios funerarios” ficticios que luego mencionaremos, el sxt-Htp “comprende una toponimia enormemente rica y detallada que da lugar al nacimiento de una verdadera cartografía mitológica del mas allá”.

Haciendo uso de las similitudes ofrecidas por Moreno García en la composición del per-djet y del sxt-Htp, vemos que ambos comprenden elementos semejantes y en concreto podemos extraer de los Textos de los Ataúdes las siguientes características relacionadas con el sxt-Htp (en la pantalla pueden verse los textos a que se hace referencia, que hemos extraído de los “Textos de los Ataúdes” de Claude Carriere”):

1.- Los campos, la hwt y la familia del difunto son asegurados y protegidos por un decreto (CT II 151-152, 158-159), y el difunto toma posesión de sus bienes. (ver fotografía inferior 1)

2.- el dominio del difunto comprende el ganado, los campos, las embarcaciones, las casas y los árboles. (ver fotografía inferior 2),

3.- también una residencia prestigiosa, la hwt en donde él reside. (ver fotografía inferior 4),

4.- el dominio del difunto se completa con canales, pastos, localidades, distritos, etc., y el conjunto perteneciente al dominio del dios. (ver fotografía inferior 3 y 5),

5.- las actividades realizadas en el dominio consisten en labrar y segar. (ver fotografía inferior 6),

1 2 3
4 5 6

Incluso podemos adentrarnos más en la historia de los Libros del Más Allá, dado que este sxt-Htp constituye el antecedente del Capítulo 110 del Libro de la Salida al Día (ver fotografía), más comúnmente conocido como Libro de los Muertos.

En concreto, puede decirse que la ilustración de la fórmula o ensalmo 466 de los campos, islas y ciudades, con sus respectivos nombres, del sxt-Htp de los Textos de los Ataúdes es la versión más antigua del Capítulo 100 del Libro de la Salida al Día, en donde el difunto labra y siega, conoce los nombres de las ciudades, de los distritos, de los canales que están en el Campo de Hotep, etc., siendo los textos muy similares a su precedente, a pesar de que en este último son de gran brevedad.

LAS PROCESIONES DE “DOMINIOS FUNERARIOS”

Para terminar, vamos a referirnos brevemente a uno de los componentes de este per-djet ideal, eterno, canónico y paradisíaco: las procesiones de “dominios funerarios” (ver fotografía).

Quizá haya sido éste el elemento que más ha llamado la atención desde siempre, dado el interés que han suscitado en orden a intentar su localización precisa geográfica.

Tal y como explicábamos más arriba, el error de haber separado escenas y textos del contexto entero de la propia tumba y de lecturas e interpretaciones de representaciones individualizadas, dio lugar a caer en el error de pretender que estos desfiles de dominios fuesen la personificación de los “bienes inmuebles destinados al mantenimiento de los servicios funerarios privados”, constituyendo parte de los bienes que conforman el patrimonio privado de un funcionario de esta época. Partiendo ya de la base de que estos dominios comprenden también los hwwt y que un hwt nunca podría ser objeto de donación por parte del rey a un particular, por ser una instalación propia de la corona, veamos si hay más motivos para concluir que la mayor parte de los dominios que figuran en las procesiones tienen en su mayoría, si no en toda, carácter ficticio.

Uno de los estudios más interesantes y de gran esfuerzo realizado por parte del autor, lo constituye el libro de Jacquet-Gordon, en el que se recogen todas estas procesiones de dominios existentes en todas las tumbas y templos conocidos del Imperio Antiguo hasta la época. Sin embargo, el interés de esta publicación radica más en el propio listado que en su interpretación, dado que considera estos dominios como entidades reales, a pesar de reconocer la posible existencia de algunos ficticios.

Posteriores trabajos han sido más acertados en su metodología y, especialmente el análisis que hace Moreno García es uno de que hay que tomar en mayor consideración.

Nuestro interés en este tema surgió a raíz del comienzo de un estudio que estamos realizando sobre los imyt-prw en el antiguo Egipto. Así nos topamos con las inscripciones de Metjen (ver fotografía), de finales de la III Dinastía y el príncipe Nikaura (ver fotografía), hijo de Jafra (Kefren). En la primera, se refieren, entre otros, los bienes que le han sido otorgados a Metjen como remuneración por los servicios ofrecidos al rey. La segunda consiste en la expresión de la voluntad de aquél mortis causa, dividiendo su patrimonio entre sus familiares. Ambas resultan de carácter excepcional, pues no existe texto posterior alguno que describan la adquisición privada de bienes inmuebles, ni la composición del patrimonio de un particular, aunque la razón a ello debemos encontrarla como venimos diciendo en la canonización del arte, el estricto decoro que rige en el programa iconográfico y textual de las tumbas, que impide toda mención a cómo se hayan adquirido los bienes.

Pero, en el punto que nos ocupa ahora y, en cuanto al desfile de los llamados “dominios funerarios”, vemos que la representación de ellos, en ambos casos, no se corresponde con los textos referidos. En el caso de Metjen (ver fotografía), de las 20 localidades que él gobierna ninguna coincide con las 10 personificaciones que encontramos en su  tumba. En el segundo caso, Nikaura nos muestra un desfile en dos registros de seis “dominios cada una” (ver fotografía) sin referir su localización, y una estela (ver fotografía) en la que se distribuyen 14 dominios pertenecientes a aquél localizados en distintos nomos. Sin embargo, ni el número ni el nombre de las dos listas coinciden.

De aquí puede deducirse que la representación de estas personificaciones de supuestos “dominios funerarios” no constituyen una entidad real, atendiendo más un carácter ornamental, ideológico o simbólico, más que a una pura descripción geográfica.

Son varios los criterios que pueden utilizarse para analizar si estas procesiones de “dominios” son demostrativos de la realidad existente, si pueden ser localizados geográficamente en el espacio egipcio y si realmente forman parte de los bienes inmuebles privativos del difunto, pero el que más nos interesa es el documental, esto es, la comparación de estas escenas, los textos y la fraseología utilizada en las tumbas en relación con los textos administrativos con los que contamos y, de esta forma, tenemos un ejemplo de cómo gracias al Papiro de Gebelein, único archivo conocido del Imperio Antiguo relativo a la organización de un per-djet, sabemos que los terrenos cedidos a los particulares por el rey eran mucho más modestos en número que lo que suelen aparecer representados en las tumbas, no excediendo, normalmente, de cien aruras. De ahí que pudiese explicarse la posesión de Nikaura como cierta, dado el carácter excepcional de la misma por ser hijo del rey, y resulten desconcertantes y absolutamente irreales aquéllas como las que aparecen en algunas mastabas como la de Tyy (ver fotografía) en la que se llegan a contar hasta 108 dominios.

Estas cifras exageradas ocurren tanto en el número de dominios, como de otras propiedades, p. ej. el ganado o las tasas de grano, llegando a contarse por miles o decenas de miles, cuyo fin último es mostrar la posición social excepcional del difunto gracias a tal riqueza. Veíamos incluso en los Textos de los Ataúdes cómo estas cifras son exageradamente altas.

CONCLUSIÓN

Concluyendo, de este breve resumen que hemos realizado sobre el per-djet en las tumbas del Imperio Antiguo, destacamos la relevancia de conocer y entender el programa iconográfico y epigráfico de las tumbas privadas del Imperio Antiguo como un todo sometido a una canonización absoluta y bajo la cual subyacen las ideas de una clase ciertamente privilegiada, que copia el modelo real en cierto modo, y que constituye un mínimo porcentaje de la población total del país, siendo la propia tumba un vehículo de transmisión de estos ideales, entre los que se muestra al difunto como paradigma del buen funcionario contribuyendo al mantenimiento de la maat, trayendo como consecuencia la recompensa de una serie de bienes y favores reales en vida, así como para el más allá, idealizados al ser escenificados en la tumba, de tal modo que ese dominio del difunto, su per-djet, llega a conformarse en la totalidad del territorio de Egipto, comprendiendo todos los medios físicos de aquél, así como numerosos elementos característicos de su paisaje; un per-djet ideal, paradisíaco, canónico y eterno, que se repite de tumba en tumba, y que constituye el precedente inmediato del sxt-Htp de los Textos de los Ataúdes, para terminar formando parte del Capítulo 110 del Libro de la Salida al Día.

Teresa Soria Trastoy

20/12/2006

 

Bibliografía: Libros prestados a la Biblioteca de la ASADE (Asociación Andaluza de Egiptología) por Juan de la Torre Suárez y Teresa Soria Trastoy.

Fotografías: © Todas las fotografías son propiedad de Juan de la Torre y Teresa Soria. Queda prohibida su reproducción total o parcial en cualquier medio.

Apúntate a la lista de correo de Egiptomania.com

© Juan de la Torre Suárez
Todos los derechos reservados.
Aviso Legal

Haz de Egiptomania.com tu página de inicio